• DESCANSAMOS LOS MARTES •
🍸

Marco de Mendoza
🍸
• DESCANSAMOS LOS MARTES •
🍸
🍸
«Un hombre sólo puede ser él mismo mientras está solo; si no ama su soledad, el no amará su libertad, porque únicamente cuando está solo, es realmente libre».
Arthur Schopenhauer
Dante Alighieri ubica a los traidores en el último círculo del infierno ya que considera a la traición como el peor pecado de todos. La razón es que, a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima.
Guy Fawkes, famoso por «La conspiración de la pólvora» que pretendía volar el Parlamento Británico.
Carismático bandolero que asesino al famoso forajido y compinche Jesse James.
Traidores acusados de facilitar a los Sovieticos los planos de la bomba atómica de los EEUU
Intérprete Responsable de facilitar a Hernán Cortés los puntos débiles de Moctezuma para con ello lograr la Conquista Española.
Parricida, acusado de participar en el asesinato de su propio padre Julio César. Algunos lo ven más como Patriota que como traidor.
Judas Iscariote, discípulo de Jesucristo quien a través de un beso lo traicionara por treinta monedas ante el Sanedrín. Aunque Jorge L. Borges lo reinterpreta luego, llamándolo: «el mejor discípulo».
«De mi cuerpo descompuesto crecerán las flores y yo estaré en ellas. Eso es eternidad».
Edvard Munch
«Veía a Gianni desesperado por decirme algo que o era muy embarazoso o era muy extraordinario. Entonces ocurrió, sacó del bolsillo una cajetilla de cigarros y dentro de ella extrajo una bolsita de tela.
—¿Quieres? —me preguntó.
—¿Qué cosa?
—Algo que ayuda a oír el jazz…
—Mariguana.
Yo debí saltar en mi asiento, porque me dijo, sonriendo otra vez con su sonrisa sana:
—No te asustes, que no mata.
—No me asusta —Ya la he fumado, mentí.
—¿De veras? ¿Y qué efecto produce?
—A mí me dio mareos y vómitos.
—Pues no has fumado mariguana, porque la mariguana ni da mareos ni vómitos. Es exactamente como la bebida, sólo que no hay despertar malo al día siguiente. ¿De veras que no quieres?
—No —me mantuve ahí.
—Bueno, ¿entonces no te importa que yo la fume?
—No —le dije, muy blasé—. No me importa.
En realidad estaba muerto de miedo.
—Puedes fumarla —le dije.
Lo encendió y comenzó a fumar. Yo no sentía olor ni nada por el estilo. Puede ser que hubiera sido el miedo o la sorpresa, porque insistí, muy ingenuamente, en preguntarle:
—¿Es mariguana de veras?
Me miró. Se sonrió con su sonrisa doblada. Me dijo, simplemente:
—Mi nombre es Gianni, no Zanni.
Zanni, en italiano, quiere decir bufón, cómico, payaso».
-Jazz
Guillermo Cabrera Infante.
Había entrado en el convento por imposición de la familia: querían verla amparada en el seno de Dios. Obedeció.
Pero empezó a cansarse de vivir sólo entre mujeres. Mujeres, mujeres, mujeres. Escogió a una amiga como confidente. Le dijo que no aguantaba más. La amiga le aconsejó: —Mortifica el cuerpo.
Comenzó a dormir en la losa fría. Y se fustigaba con el cilicio. De nada servía. Le daban fuertes gripes, quedaba toda arañada. Un día, a la hora del almuerzo, empezó a llorar. No le explicó la razón a nadie. Ni ella sabía por qué lloraba. Y de ahí en adelante vivía llorando. A pesar de comer poco, engordaba. Y tenía ojeras moradas. Su voz, cuando cantaba en la iglesia, era de contralto.
Se confesó con el padre. Él le mandó que siguiera mortificándose. Ella continuó.
Hasta que le dijo al padre en el confesionario:
—¡No aguanto más, juro que ya no aguanto más! Él le dijo meditativo: —Es mejor no casarse. Pero es mejor casarse que arder.
-Mejor que arder
Clarice Lispector.
«A partir de ese momento empezó un aullido que no se interrumpió durante tres días, un aullido tan atroz que no era posible oírlo sin espanto a través de dos puertas. En el momento en que contestó a su mujer Iván Ilich comprendió que estaba perdido, que no había retorno posible, que había llegado el fin, el fin de todo, y que sus dudas estaban sin resolver, seguían siendo dudas… De pronto sintió que algo le golpeaba en el pecho y el costado, haciéndole aún más difícil respirar; fue cayendo por el agujero y allá, en el fondo, había una luz. Lo que le ocurría era lo que suele ocurrir en un vagón de ferrocarril cuando piensa uno que va hacia atrás y en realidad va hacia delante, y de pronto se da cuenta de la verdadera dirección».
-La muerte de Iván Ilich
León Tolstói.
«La vida se convirtió en algo realmente duro para ellos. No les quitaban los cepos y no les dejaban salir al aire libre. Les tiraban masa sin cocer, como a los perros, y les bajaban agua en una jarra. Hedor en el pozo, calor, humedad. Kostylin enfermó definitivamente, estaba hinchado y le dolían los huesos; lo único que hacía era quejarse o dormir. Y Zhilin, desanimado, veía que las cosas pintaban mal. Y no sabía cómo salir de allí. Empezó a excavar, pero no había dónde tirar la tierra; el amo lo vio y le amenazó con matarlo».
-El prisionero del Caucaso.
León Tolstói.
«Entraron en la posada y revolvieron las cosas de la maleta y del saco de viaje de Aksenov. De pronto, el jefe de policía encontró un cuchillo en el saco.
—¿De quién es esto? —exclamó.
Aksenov se horrorizó al ver que habían sacado un cuchillo ensangrentado de sus cosas.
—¿Por qué está manchado de sangre? —preguntó el jefe de policía.
Aksenov apenas pudo balbucir lo siguiente:—Yo… yo no sé… yo… este cu… no es mío… —De madrugada han encontrado al comerciante, degollado en su cama. La pieza donde habéis pernoctado estaba cerrada por dentro y nadie ha entrado en ella, salvo vosotros dos. Este cuchillo ensangrentado estaba entre tus cosas y, además, por tu cara, se ve que eres culpable».
–Dios ve la verdad pero no la dice cuando quiere.
León Tolstói.
«De mi cuerpo descompuesto crecerán las flores, y yo estaré en ellas.
Eso es eternidad».
Edvard Munch.