Un hombre surge.

Un hombre surge.

• MINIFICCIÓN •

Hombres

Lydia Davis

También hay hombres en el mundo. A veces nos olvidamos, y pensamos que hay solo mujeres —interminables colinas y planicies de mujeres carentes de interés. Hacemos bromas y nos consolamos las unas a las otras y nuestras vidas pasan rápido. Pero cada tanto, es cierto, un hombre surge inesperadamente entre nosotras como un pino, y nos mira salvajemente, y salimos despedidas, en grandes mareas, cojeando a escondernos en cavernas y sumideros hasta que se haya ido.

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Valor de hombre.

Valor de hombre.

«En un tiempo le llamaban Delgadito todas las muchachas y las mujeres casadas que corrían tras él; era tan escuálido que se le veían todos los huesos bajo su fina ropa de algodón. Entonces era un poeta y la revolución era solamente un sueño; demasiadas mujeres le amaban y mimaban su juventud, y nunca encontraba comida suficiente en ninguna parte, ¡en ninguna parte! Ahora es un conductor de hombres, hombres taimados que murmuran en su oído, hombres hambrientos que esperan durante horas ante su despacho para hablar una palabra con él, hombres demacrados con rostros salvajes que le salen al paso en la puerta de la calle con un tímido: «Camarada, déjame decirte…» y le echan el fétido aliento de sus estómagos vacíos en la cara».

-Judas en flor

Katherine Anne Porter.

Cabeza de hombre.

Cabeza de hombre.

«Cuando se tiene la costumbre de cortejar a las mujeres es difícil advertir que el tiempo ha pasado y que las mujeres te miran como a un padre o, lo que es peor, como a un abuelo. Y es difícil sobre todo porque cualquier hombre maduro tiene en el interior de su cabeza otra cabeza; la cabeza de fuera tiene arrugas, pelo gris, dientes careados, ojeras; en cambio, la cabeza de dentro se le ha quedado como cuando era joven, con cabellos negros y tupidos, un rostro liso, dientes blancos y ojos vivos. Y la cabeza de dentro es la que mira con deseo a las mujeres, pensando que se la ve. En cambio, las mujeres ven la cabeza de fuera y dicen: “¿Qué querrá ese viejo verde? ¿No se da cuenta de que podría ser mi abuelo?”».

-Viejo estúpido

Alberto Moravia.

Minientrada

Clases de negro.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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• MINIFICCIÓN •

Anecdotario:
Negro y Grande.

Alfredo Beltrán León

Dos hombres en una banca esperando el camión.
Uno lleva una correa en la mano, el otro, sólo su mano.
—¿Puedo tocarlo? —pregunta uno; el otro asiente ligeramente. Se sorprende.
—Pensé que te referías al perro…
—¿Quieres que pare?
—No.
Y la noche se volvió un efluvio.

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In God we trust(?)

In God we trust(?)

«Entraron en la posada y revolvieron las cosas de la maleta y del saco de viaje de Aksenov. De pronto, el jefe de policía encontró un cuchillo en el saco.
—¿De quién es esto? —exclamó.
Aksenov se horrorizó al ver que habían sacado un cuchillo ensangrentado de sus cosas.
—¿Por qué está manchado de sangre? —preguntó el jefe de policía.
Aksenov apenas pudo balbucir lo siguiente:—Yo… yo no sé… yo… este cu… no es mío… —De madrugada han encontrado al comerciante, degollado en su cama. La pieza donde habéis pernoctado estaba cerrada por dentro y nadie ha entrado en ella, salvo vosotros dos. Este cuchillo ensangrentado estaba entre tus cosas y, además, por tu cara, se ve que eres culpable».

–Dios ve la verdad pero no la dice cuando quiere.

León Tolstói.