• MINIFICCIÓN •
Etiqueta: Dios
En nombre del padre.
«La religión está en el corazón y no en las rodillas».
Douglas William Jerrold

Ignacio de Ries

Óscar Alzaga

James Montgomery Flagg

Kate Capato

Armand Serrano

Jean-Michel Trauscht
Ángeles Tibios.
• PLUMA INVITADA •
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La Demonología, es una rama de la Angelología: los ángeles de dividen en buenos y malos, y éstos no son otros que los demonios.
Astarot.
Dentro de la gran batalla celeste entre los ángeles buenos y los rebeldes, hubo algunos que decidieron mantenerse neutrales, como acontece siempre en cualesquiera guerra o contienda civil; el jefe de los neutrales fue —y es— un demonio que luego ha sido muy famoso en todo Occidente, sobremanera en Bretaña francesa, y aún en Galicia: Astarot. Dijo que él no estaba ni por San Miguel ni por Lucifer, y Dios lo mandó con los derrotados al Infierno, pues en las Sagradas Escrituras se lee que Dios vomita a los rubios. Astarot, aparece con suma frecuencia en Galicia, y casi puede decirse que sea un demonio gallego. Se hace amigo de los ricos, le gustan mucho las recomendaciones, le chifla hablar, es muy apetecido de que le cuenten historias y, en consecuencia, ha sido visto en múltiples ocasiones. A ese respecto fue denunciado por la policía veneciana. Ustedes saben que la policía de Venecia, tan enseñada en el lengüeteo que se trae agua contra los muros palaciegos, ha sido la más secreta que hubiera en el mundo. Había gente que denominada oídos, muy especializados, a quienes educaban para oír determinados rumores, o ciertas palabras significativas. Esto se demuestra por Anatomía, pues es cosa demostrada que a los tales les crecía de tal forma la oreja que mismo parecía bocina del gramófono «La Voz de su amo». También viene en ayuda la Numismática, puesto que, en la mejor época de la SerenissimaReppublica, los policías utilizaban la famosa medalla de Astarot, mejor de oro que de plata, y que es una culebra enroscada sobre sí misma, toda ella contrapunteada de pequeños oídos.
Álvaro Cunqueiro.
Tempus Fugit.¹

«Soy un dios atado a este mundo. Aquí abajo nada es gratuito, todo tiene su precio. A cambio de nuestros cuerpos, necesitamos aire y alimento. Al final, la Vida misma no es más que un préstamo. Tú mismo, al morir, tendrás que devolver ese cuerpo que te fue dado cuando empezaste a existir».
El Dios Buitre, Yelinna Pulliti Carrasco.
¹El tiempo se escapa.
Debacle.

«Hay cosas peores que Dios. Ahora lo sé.
Ellas lo eran. Ellas (¿O ellos?), sabían aferrarse a cada hendidura de la mente, y raspar dentro, como si se tratara de una fresa dental extirpando una caries. RTTTT RTTTT RTTTT. Extirpaban, cortaban, modificaban. Eran niños jugando con un mecano.
No tenían ninguna moral.
No ofrecían ninguna excusa, ninguna comprensión.
Tampoco entendí muy bien al principio, sus intenciones. ¿Qué buscaban? ¿Y por qué a mí?
Cállate, humano. Decían. Su Voz. Sus voces; como una anémona con cuerdas vocales».
Ellas eran.
Ricardo Cabezas.
Morte.
• MINIFICCIÓN •
La muerte en Samarra.
Gabriel García Márquez
El criado llega aterrorizado a casa de su amo.
—Señor —dice —he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.
El amo le da un caballo y dinero, y le dice:
—Huye a Samarra.
El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra la Muerte en el mercado.
—Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza —dice.
—No era de amenaza —responde la Muerte —sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.
¡Que empiece el ruido!
• DESCANSAMOS LOS MARTES •
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• BREVARIO •

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En el principio…
• DESCANSAMOS LOS MARTES •
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• BREVARIO •

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Crear.
• MINIFICCIÓN •
La caja de cerillas.
Genaro Estrada
Yo me siento orgulloso con mi caja de cerillas, que guardo celosamente en un bolsillo de mi chaqueta.
Cuando saco mi caja de cerillas, siento que soy un minúsculo Jehová, a cuya voluntad se hace la luz en toda mi alcoba, que un minuto antes estaba en tinieblas, como el mismo mundo, hace muchísimos años.
Control idóneo.
«Tú les prometiste el pan del cielo. ¿Crees que puede ofrecerse ese pan, en vez del de la tierra, siendo la raza humana lo vil, lo incorregiblemente vil que es? Con tu pan del cielo podrás atraer y seducir a miles de almas, a docenas de miles, pero ¿y los millones y las decenas de millones no bastante fuertes para preferir el pan del cielo al pan de la tierra? ¿Acaso eres tan sólo el Dios de los grandes? Los demás, esos granos de arena del mar; los demás, que son débiles, pero que te aman, ¿no son a tus ojos sino viles instrumentos en manos de los grandes?… Nosotros amamos a esos pobres seres, que acabarán, a pesar de su condición viciosa y rebelde, por dejarse dominar».
-El inquisidor
Feodor Dostoievski.