«Una madre es semilla, es raíz; es la flor y su fruto. Es miel y abeja que poliniza. Es reina, es todo».
Marco de Mendoza

Paul Cezanne

Egon Schiele

Pablo Picasso

Kate Ethel C.

Walter Langley

Carl Moon
«Una madre es semilla, es raíz; es la flor y su fruto. Es miel y abeja que poliniza. Es reina, es todo».
Marco de Mendoza
«Al día siguiente era sábado, y yo estaba contenta. Mamá trabaja de camarera todo el fin de semana en el Paris Coffee House, donde los camareros han estado enseñándole francés desde que papá se fue. Tiene suerte, porque su trabajo le gusta de verdad: los clientes, la cafetería, la decoración, todo le entusiasma, y sólo se pone triste cuando vuelve a casa. Le di el desayuno en el porche delantero a las diez de la mañana, y Joanna la acompañó andando hasta el autobús».
-Mujeres y niñas
Grace Paley.
«La señora Whipple amaba a su segundo hijo, el retardado,mucho más que a los otros dos hijos juntos. Lo comentaba siempre, y al hablar con sus vecinos comparaba el amor por su hijo con el que sentía por su marido y por su madre.
—No necesitas decírselo a todo el mundo —repetía el señor Whipple—. Parece que sólo tú lo quieres.
—Es algo natural en una madre —recordaba la señora Whipple—. Sabes que este tipo de cariño es más propio de la madre. La gente no espera tanto de los padres.
Ello no evitaba que entre sí los vecinos no hablaran claramente.
—Sería una bendición del Señor si él muriera —comentaban—. Es culpa de los padres —agregaban—. Puede apostarse que por ahí hay algún pecado».
-Él
Katherine Anne Porter
«Y, por último, veía aparecer en el marco de la puerta que da a las habitaciones interiores una especie de aparición, la novia, cuyas facciones apenas se divisan bajo la nubecilla del tul, y que pasa haciendo crujir la seda de su traje, mientras en su pelo brilla, como sembrado de rocío, la roca antigua del aderezo nupcial… Y ya la ceremonia se organiza, la pareja avanza conducida con los padrinos, la cándida figura se arrodilla al lado de la esbelta y airosa del novio… Apíñase en primer término la familia, buscando buen sitio para ver amigos y curiosos, y entre el silencio y la respetuosa atención de los circunstantes… el obispo formula una interrogación, a la cual responde un «no» seco como un disparo, rotundo como una bala. Y -siempre con la imaginación- notaba el movimiento del novio, que se revuelve herido; el ímpetu de la madre, que se lanza para proteger y amparar a su hija; la insistencia del obispo, forma de su asombro; el estremecimiento del concurso; el ansia de la pregunta transmitida en un segundo: «¿Qué pasa? ¿Qué hay? ¿La novia se ha puesto mala? ¿Que dice «no»? Imposible… Pero ¿es seguro? ¡Qué episodio!…»
El encaje roto, Emilia Pardo Bazán.
«Pasaron otros nueve meses. De ella no quedaba más que el pellejo, el esqueleto y una mirada de tal serenidad como nunca elmundo la había visto.
Aún pasaron otros nueve meses, y otros, y otros. Y allá a las nueve veces nueve meses, el pellejo habíase ido reparando, reinformando bajo la presión del grano de trigo que mantuviera dentro, sin darlo a luz, sin arrojarlo de ella. Ahora no eran dos, era uno solo, uno solo que había acabado de crecer dentro de su madre, y ésta había acabado por convertirse en su hijo sin morir, por pasar de una generación a otra, sin probar la vejez.
Y este ser echó alas. Y los hombres ya se habían olvidado de todo y dijeron:
Esta es la primera creatura celestial que ha crecido en la tierra, el primer habitante celestial que aparece en la tierra, que viene a poner un poco del aliento celestial en esta tierra».
Bárbara, Efrén Hernández.
«No quiere revisarse nada, quiere sentir que su cuarto tiene por lo menos el eco de su respiración y ve el reloj y sabe lo que su mamá estará haciendo en los otros sitios del muy amplio departamento del piso 20, con sistema de alarmas, de videos, de guardias en la entrada y rondines en las afueras —son para que no te agobien los fans —pero el Hada sabe que es mentira, que es una forma de mantenerla aislada y de no permitir que nadie penetre a ese útero construido en las lomas de las afueras del Distrito Federal —el México que nos merecemos —dijo su madre cuando el vendedor abrió los brazos mostrando el espacio como si mostrara las puertas del paraíso».
Cumpleaños feliz,
Rafael Ramírez Heredia.
• MINIFICCIÓN •
Hace unos años, por la época en que perdí a mi madre, escribí al obispado pidiendo por amor de dios dos patas traseras de cualquier cuadrúpedo. «siempre que las dos patas sean traseras, no tengo preferencia por ningún tipo de cuadrúpedo», decía en la carta.
No me contestaron explícitamente.
A través de terceras personas, el obispado me hizo llegar un frasco, ni pequeño, ni grande, donde nadaba una pareja de caballos de mar.
• MINIFICCIÓN •
En Gamud, cuando se da una fiesta en honor de la hija de la casa, la madre se escapa con el invitado más viejo y repulsivo. Aunque es una costumbre admitida (y que nadie trata de impedir), lo hace de una manera secreta o simulando cualquier pretexto. La hija, en cuanto nota la falta de su madre, pregunta afectando un aire de inocencia:—¿Dónde está mamá? A esta pregunta, que repite varias veces, invariablemente le contestan:—¿Tu mamá? Está haciendo el amor. El que así habla recibe un beso de la joven y él leentrega una moneda. Algunas muchachas consiguen besar de una manera turbadora y si son previsoras y hermosas llegan a reunir una fortuna.
«Soy inquieta y áspera y desesperanzada. Aunque amor dentro de mí, eso sí lo tengo. Pero no sé usar el amor. A veces me araña como si fuese una garra».
Clarice Lispector
«Dicen que mi padre la bautizó rápidamente y que estuvo horas enteras frente a su cunita sin aceptar su muerte. Nadie pudo convencerlo de que debía enterrarla. Llevó su empeño insensato hasta esconderla en aquel pomo de chiles que yo descubrí un día en el ropero, el cual estaba protegido por un envase carmesí de forma tan extraña que el más indiferente se sentía obligado a preguntar de qué se trataba».
Historia de Mariquita.
Guadalupe Dueñas.