¡Arder así!

¡Arder así!

• MINIFICCIÓN •

Loca pasión

Marco de Mendoza

Murcia creía que todos querían volverla loca. Murcia no estaba loca; aquel día solo quería saber qué se sentía cuando el cuerpo arde de pasión; nadie antes la había amado. Tomó su chaqueta azul de lana, y se prendió fuego. Fue entonces cuando supo que aunque ardía como el diablo, bien valía la pena. Ya nadie podría volverla loca. Ella misma había encontrado la manera de volverse loca… de pasión.

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Locura.

Locura.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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HUMO BLANCO

Humo blanco, como canción de cuna en medio de la noche, como vaho nocturno que vuela, que trasciende hasta la gloria.

Sol de suaves trazos y esquirlas poderosas que dan vida, que florecen.

Es como un deseo que no acaba, perenne conciencia inequívoca.

Anídame en tu vientre, como nueva vida, como deseo glorioso que te inunde; ojarasca nueva, ven y dame de beber tu miel bendita. Que en tu vientre viva mi vida nueva.

Enloqueceme y vuelve aquí, que en la conciencia permanecerá, si es desdén perdido; que al cabo de un tiempo volverás, como un ave con memoria que recuerda la pasión y el calor de su nidal. Vuelve a mí como siempre. Locura. Como está escrito en la memoria de los anales, como astuto Hermes, como ese humo blanco que trasciende, como aroma fresco, como una vesania que no acaba; incesante, poderosa. Firme decreto que no rompe nadie, porque del galardón de la locura, nada nos salva, más nos premia.

Marco de Mendoza

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Nunca digas que es tuya la tiniebla.

Nunca digas que es tuya la tiniebla.

«Pasaron otros nueve meses. De ella no quedaba más que el pellejo, el esqueleto y una mirada de tal serenidad como nunca elmundo la había visto.
Aún pasaron otros nueve meses, y otros, y otros. Y allá a las nueve veces nueve meses, el pellejo habíase ido reparando, reinformando bajo la presión del grano de trigo que mantuviera dentro, sin darlo a luz, sin arrojarlo de ella. Ahora no eran dos, era uno solo, uno solo que había acabado de crecer dentro de su madre, y ésta había acabado por convertirse en su hijo sin morir, por pasar de una generación a otra, sin probar la vejez.
Y este ser echó alas. Y los hombres ya se habían olvidado de todo y dijeron:
Esta es la primera creatura celestial que ha crecido en la tierra, el primer habitante celestial que aparece en la tierra, que viene a poner un poco del aliento celestial en esta tierra».

Bárbara, Efrén Hernández.

Caldera.

Caldera.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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Soy

Soy de ti un pájaro herido; blando y tierno, casi nulo. Un hermoso vilo que desprende miel y suave tacto. 

Soy arena que rueda entre tus olas, desequilibrio mágico que procura tus encantos. 

Soy un tierno beso que fulmina hastío y que tiembla si respira. 

Soy un acto de fe que reza cada día al sueño entre tus pliegues. 

Soy la leña de tu hoguera, paciente ardor que quema mis entrañas. 

Soy la terquedad de aquellos días donde el viento sopló frío y mi cuerpo lo batió en ceniza breve. 

Soy la caldera y tú la chispa. Hazme fuego, hazme amor… hazme el amor y vuelve a mí como esa llama que no cesa, como llamarada, como un incendio que me aclama, ven y quema junto a mí tus anheladas ganas, tu pasión perversa. Ven, consúmeme completo, que de eso, vivo eterno. 

Marco de Mendoza

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¿Quiénes somos?

¿Quiénes somos?

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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Demonios

[…] Alonso bajo las cortinas con fuerza y cierta molestia. La luz intensa de fuera, irradió la habitación en que Luzmaría había estado recluida por días. Sus ojos sintieron la presión de esa luz, su piel el calor y su sangre comenzó a hervir.

—Ya no estarás más aquí —dijo Alonso con un tono enérgico— ¡Basta de contemplaciones!

Luz, que aún no lograba abrir bien los ojos, se limitó a meter la cabeza bajo la almohada y respirar peligrosamente.

—No vas a chantajearme con tus molestias María

—¿Alguna vez has sentido que el cuerpo te arde, que la sangre dentro de ti se vuelve lava ardiente y te quema, te quema tanto que pareces un volcán a punto de explotar?

No, lo dudo, Alonso. ¿Y sabes por qué lo dudo?

Porque cuando uno se quema por dentro y no hay nadie que sacie esa locura, uno preferiría arder, arder por siempre y quemar todo consigo. Y tú no lo entiendes, tú solo quieres que me levante, que salga de esta habitación y que allá afuera, queme a todos con mi fuego maldito, como un monstruo. Tú quieres que sea el monstruo que tú no te atreves a ser. Y eso, te convierte en más demonio que a mí […]

Marco de Mendoza

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Para nacer, no hay que morir (?).

Para nacer, no hay que morir (?).

• MINIFICCIÓN •

Botón de flor

Marco de Mendoza

Le dijeron que eran flores comestibles: azahar, hibisco, rosas, geranios y, cicuta. Las comió a montones; su dulce sabor lo embelesaba. Luego de un rato, se empachó, convulsionó, enmudeció, tembló… murió. Al llegar al cielo, la luz perpetua y divina lo cegó provocándole un tremendo estornudo… estornudaba flores. A cada estornudo, flores de colores. Sonreía porque ahora conocía el sabor real de las flores. Ahora en la luz, era la flor que siempre quiso ser.

Flamingos.

Flamingos.

«Llegué cuando una luz muriente declinaba. /
Emprendieron el vuelo los flamencos dejando /
el lugar en su roja belleza insostenible. /
Luego expuse mi cuerpo al aire. Descendía /
hasta la orilla un suelo de dragones dormidos /
entre plantas que crecen por mi recuerdo sólo».

Laguna de Fuentepiedra, María Victoria Atencio.

Rosado Majestad

Flamingo Sunrise
Julie Bell
The Dead Flamingo
Archibald Hattemore
Flamingoes
Arthur Stanley George Butler
El Flamingo
Angelica Postle

Vástagos lumen.

Vástagos lumen.

«Las familias numerosas pueden satisfacer todas sus demandas de electricidad instalando un Baby H.P. en cada uno de sus vástagos, y hasta realizar un pequeño y lucrativo negocio, trasmitiendo a los vecinos un poco de la energía sobrante. En los grandes edificios de departamentos pueden suplirse satisfactoriamente las fallas del servicio público, enlazando todos los depósitos familiares.
El Baby H.P. no causa ningún trastorno físico ni psíquico en los niños, porque no cohíbe ni trastorna sus movimientos. Por el contrario, algunos médicos opinan que contribuye al desarrollo armonioso de su cuerpo».

-Baby H.P.

Juan José Arreola.

Incuba en todos los sentidos.

Incuba en todos los sentidos.

«Le pregunté por lo que había sucedido a un niño que pasaba por ahí. Me dijo que nadie lo quiso. Descubrí que eran varias crías que de noche aullaban mucho. Los vecinos decidieron arrojarlos a todos. Recuérdenme que algún día pinte la escena que vi».

Soplo de luz.

Luriel Lavista.