Soledad: grandeza o desdicha.

Soledad: grandeza o desdicha.

«La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes».
Arthur Schopenhauer

Alone together
Malcolm Liepke

Despair
Edvard Munch
Studio
Charlotte Sorapure
I’m a child
John George Brown
Fishing under the stars
Joseph Feely

El caminante sobre el mar de nubes
Caspar David Friedrich
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Los disturbios del sentimiento.

Los disturbios del sentimiento.

«Y es que la pobre amaba a su marido… ¡Y que no se ría nadie! Lo amaba de forma cobarde y desafortunada, a pesar de que él la engañaba y le maltrataba el corazón a diario como un niño. Sufría de amor por él como una mujer que desprecia su propia debilidad y delicadeza y sabe que el poder de la fuerza y la felicidad es el que tiene la razón en este mundo. Sí, se entregaba a ese amor y a sus sufrimientos igual que antaño, cuando él, en un fugaz arrebato de ternura, la pretendió y ella se entregó a él: con el sediento deseo que una criatura solitaria y soñadora siente por la vida, la pasión y los disturbios del sentimiento…»

-Un instante de felicidad

Thomas Mann

Encierros personales.

Encierros personales.

«Y puesto que no hay nada más solitario que un hombre sin alma, así ocurría que la soledad circundaba a los hombres y les impedía comunicarse. Prueba de ello era lo ocurrido con ellos tres. Individuos desalmados, quizás habrían querido sentirse hermanados y vecinos; y en cambio, debido a la falta de un alma que los uniera, permanecían encerrados en sus individualidades como los antiguos caballeros en sus corazas de hierro. Y se veían reducidos a realizar siempre los mismos gestos, Mostallino a experimentar y a burlarse, él a moralizar, Mónica a lanzarse hambrienta sobre los hombres».

-La soledad

Alberto Moravia

Soledad de engaño

Soledad de engaño

«Pero sus ojos se llenaron de lágrimas. Eran lágrimas de soledad y autosuficiencia. Él se acomodó despacio en la silla, dejando caer las manos. Simplemente no podía entenderlo. No podía entenderla. Se le cruzó por la mente que Rose no tenía intención alguna de casarse con él, pero ese era un pensamiento demasiado monstruoso, y entonces buscó su propio consuelo: Mañana estará bien, es el golpe, eso es todo. Estaba a punto de decir: “Pues bueno, si no hay nada que yo pueda hacer, será mejor que me vaya; vendré a verte mañana”, cuando Rose le preguntó con delicadeza, como si le supusiera un gran esfuerzo prestarle atención:
       —¿Te apetece una taza de té?
       —¡Rose! —gritó desconsolado.
       —¿Qué? —Sonaba infeliz pero obstinada; y no había manera de llegar a ella, estaba fuera de su alcance, tras una barrera de… ¿De qué? George no lo sabía».

-La otra mujer

Doris Lessing

¿Quiénes somos?

¿Quiénes somos?

• SERIALES •

Sex & The City And just like that…
T.1 E.03 A donde fueres

Cheryl:

—No sé, creo que todos estamos confundidos hoy en día, ¿no?
Es él, ella, elle.
¡Por favor, díganme qué casillero marcar!
¿Saben qué creo yo?
Que es mejor la incertidumbre que la certeza ¿no?
Porque cuando tienes certezas, nada puede cambiar. Y todos tenemos algo que cambiar. Y algunos realmente tenemos que cambiar algo, así que cambiémoslo. Hagámoslo. Cambiémoslo. Cambiemos esa mierda.
¿No eres feliz con quién eres? Sal de ese lugar y cámbialo.
Cambia de casa, cambia de trabajo, cambia tu manera de pensar. Cambia tu género. Cámbiate la ropa. (Todo, siempre consciente y sabio).
Por eso, solo quiero decirles a todos los que andan por ahí tan seguros, a todos los que hacen televisión, y a los que escriben para periódicos y revistas y que hacen programas nuevos, y a todos los que quieren que estemos solos y tristes, a esos les digo: «Suck my dick»

Ríspidas relaciones.

Ríspidas relaciones.

• SERIALES •

MOM
T.2 E.21

Bonnie Plunkett (Allison Janney):
—Te diré algo niña rubia.
Tal vez cometí errores en mi vida, pero ¿y tú? Tú te sientas ahí en tu gran trono juzgando al mundo entero.

Christy Plunkett (Anna Faris):
—¡No al mundo entero mamá, solo a ti!

Bonnie Plunkett (Allison Janney):
—¿Qué?, ¿Cómo fue que te convertiste en esta persona sin nada de compasión?

Christy Plunkett (Anna Faris):
—¡Fácil! Pasé mis años de formación con la mujer más egoísta de la tierra.

Bonnie Plunkett (Allison Janney):
—¡Ay, por dios! Apenas te vi cuando estabas creciendo.

¡Arder así!

¡Arder así!

• MINIFICCIÓN •

Loca pasión

Marco de Mendoza

Murcia creía que todos querían volverla loca. Murcia no estaba loca; aquel día solo quería saber qué se sentía cuando el cuerpo arde de pasión; nadie antes la había amado. Tomó su chaqueta azul de lana, y se prendió fuego. Fue entonces cuando supo que aunque ardía como el diablo, bien valía la pena. Ya nadie podría volverla loca. Ella misma había encontrado la manera de volverse loca… de pasión.

Facciones.

Facciones.

• CITA CON EL SÉPTIMO ARTE •

GIRL, INTERRUPTED

JAMES MANGOLD
( 1999 )

🎞 📽

Polly Clark (Elisabeth Moss)

—Lisa, ¿Daisy de veras se irá de aquí?

Lisa Rowe (Angelina Jolie)

—Sí. Escupió algo grande.

Susanna Kaysen (Winona Ryder)

—¿Pero cómo pueden? Digo, si ella está loca.

Lisa Rowe (Angelina Jolie)

—Sí, pero la terapia de eso se trata. Por eso el maldito Freud está colgado en todos los muros de los siquiatras. Creó una industria. Te recuestas, confiesas tus secretos y estás salvada, ¡ding! Y entre más confieses, más piensan en dejarte salir.

Susanna Kaysen (Winona Ryder)

—Pero, ¿y qué pasa si no tienes secretos?

Lisa Rowe (Angelina Jolie)

—Estarás aquí de por vida, como yo.

Receta para atrapar a cualquiera.

Receta para atrapar a cualquiera.

• CITA CON EL SÉPTIMO ARTE •

El siete machos

Miguel M. Delgado
1951

🎬 🎥

—Este bebedizo vuelve tierno al más indiferente: Gordolobo, hierba del pollo, huesitos de tlacoache, uña de gato prieto, epazote, toloache y polvos de la Madre Celestina. Hierves todo, lo mezclas con tequila, y sea quien sea, te guardará amor eterno…
—¡Juega! ¿Cuántas copas le pongo?
—Nomás una, si le dieras más, no lo aguantarías.
—¡Ah chirrión! ¡Ay Soledad, hasta que vas a ser una Soledad muy bien acompañada! Hasta que se me hizo.

Soledad
Delia Magaña
Hierbera
Enriqueta Reza

Consagrar.

Consagrar.

• MINIFICCIÓN •

La virgen Ach’ix.

Claudia Morales

En ese tiempo, la neblina anduvo baja por el monte. Poseyó la milpa. Seguido vino Ha’al, lluvia quedita, a bautizar a la niña. La niña nuestra. La más pequeña de su familia, Ach’ix. Bella y simple, como el grano de maíz más dorado. Ach’ix nació de padres indios en la soledad yerma de la tierra. Pero un día, cuando lavaba en el río, la virgen misma, la madre de Dios, le ordenó proteger a los suyos y restaurar el mundo que fue antes de la llegada de los kaxlanes, los chupadores del sol.
Ach’ix tiene carne sobre el hueso. Ach’ix tiene nuestro color en la piel. Bajo su vestido se levanta su pecho, con el ritmo de la sangre que vive en su corazón. Ach’ix es tibia como el cuerpo de un pájaro sostenido entre las manos.
Y obedeciendo a la virgen, nuestra niña cruzó la plaza. Entró a la iglesia.
Bajo su pie descalzo giró la tierra.
Ordenó que se sacara del altar a la virgen Kaxlana, porque no es de carne, no tiene color, no la recorre la sangre, no tiene en su lengua el Batsil k’op, la palabra verdadera. Se quemó en un fogón a la virgen y en su lugar se colocó a la niña humana. La ayudaron a subir al altar y la rodearon de flores y velas.
Replicaron las campanas. Ach’ix cantó a sus hermanos en su lengua y fue su voz como el agua fresca que rodea los tobillos cansados. La virgen nos seducía. En sus ojos tranquilos nos reflejamos fuertes y sencillos.
Ach’ix separó sus labios.
Su grito agitó el fuego de las velas:
—Muerte al Kaxlan.
La orden se nos sembró en la sangre.