Dios te dé paz y paciencia y muerte con penitencia.

Dios te dé paz y paciencia y muerte con penitencia.

• MINIFICCIÓN •

La penitencia de la niña.

Amélie Olaiz

Ha dejado su bicicleta a la entrada de la iglesia. Se arrodilla en el reclinatorio junto a las veladoras, a los pies de la Virgen. Inclina la cabeza y aprieta las manos contra un pecho que se expande para suspirar.

Mientras lo espera, aromas de incienso y parafina se mezclan con sensaciones de culpa.

Los senos, montículos nuevos en su cuerpo, arden aún bajo las caricias del padre Miguel. Al escuchar ruido la piel se le pone chinita. Dios, como agua en cestillo, se le escapa entre los dedos.

Nominar.

Nominar.

• MINIFICCIÓN •

Una madre, gracias a Dios, puede elegir el futuro de sus hijos.

Alfonso Alcalde
La Flaca al ver por primera vez un preservativo asoció la idea a un acuario con pequeños peces.
Su sentido del humor llegaba a tales extremos que se permitía cortarle la punta sin que el galán la sorprendiera de modo que todos sus hijos eligieron la carrera del mar cuando llegó el momento de ganarse la vida por su propia cuenta.
Un hombre surge.

Un hombre surge.

• MINIFICCIÓN •

Hombres

Lydia Davis

También hay hombres en el mundo. A veces nos olvidamos, y pensamos que hay solo mujeres —interminables colinas y planicies de mujeres carentes de interés. Hacemos bromas y nos consolamos las unas a las otras y nuestras vidas pasan rápido. Pero cada tanto, es cierto, un hombre surge inesperadamente entre nosotras como un pino, y nos mira salvajemente, y salimos despedidas, en grandes mareas, cojeando a escondernos en cavernas y sumideros hasta que se haya ido.

¡Arder así!

¡Arder así!

• MINIFICCIÓN •

Loca pasión

Marco de Mendoza

Murcia creía que todos querían volverla loca. Murcia no estaba loca; aquel día solo quería saber qué se sentía cuando el cuerpo arde de pasión; nadie antes la había amado. Tomó su chaqueta azul de lana, y se prendió fuego. Fue entonces cuando supo que aunque ardía como el diablo, bien valía la pena. Ya nadie podría volverla loca. Ella misma había encontrado la manera de volverse loca… de pasión.

La somnolencia de la embriaguez.

La somnolencia de la embriaguez.

• MINIFICCIÓN •

Más de Horai

Lafcadio Hearn

Dicen que en Horai no existen ni la muerte, ni el pesar, ni el invierno. Allí no se marchitan nunca las flores, y el fruto no se termina jamás, y si una sola persona prueba una sola vez aquellas frutas no volverá a sentir hambre ni sed. En Horai crecen las plantas encantadas So-rin-shi, Ban-non-to y Riku-go-aoí, que curan toda clase de enfermedades, y también la mágica hierba Yo-shin-shi, que resusita a los muertos, y esta mágica hierba es regada por un agua de la cual basta beber un solo trago para disfrutar de perpetua juventud. Los habitantes de Horai comen su arroz en unas escudillas muy pequeñitas; pero el arroz no disminuye nunca, por mucho que coman, hasta que el comilón se ha hartado. Y beben el vino en unas copas diminutas, y nunca se vacían, por mucho que beban, hasta que el bebedor se siente invadido por la agradable somnolencia de la embriaguez…

Traidor vencido.

Traidor vencido.

• MINIFICCIÓN •

Peces de hielo

Manuel Menéndez Miranda

Sí, soy su esposa. Gracias, todavía estoy intentando asumirlo, hace apenas tres horas que hablé con él, cuando me llamó para avisarme que la reunión acabaría tarde. No, no tengo ni idea de quien era la chica que ocupaba el asiento del copiloto. Sí, me duele en el alma, como comprenderá, pero por mucho que usted confíe en una futura recuperación, es un gasto enorme y no podemos permitírnoslo, tengo que pensar en el futuro de mis hijos. No, no espere por mí, estoy preparando la cena de los niños y mañana madrugo, puede desenchufarlo ya. Despídame de él por favor, gracias.

Suerte gitana

Suerte gitana

• MINIFICCIÓN •

Hoy no

Marco de Mendoza

Extendió su mano para conocer su destino. Había de todo. Obscuridad, deseo, locura. Infiernos por despertar que nadie conocía. La gitana tembló y solo atinó a decir: «Hoy no, Lucifer».