Consagrar.

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• MINIFICCIÓN •

La virgen Ach’ix.

Claudia Morales

En ese tiempo, la neblina anduvo baja por el monte. Poseyó la milpa. Seguido vino Ha’al, lluvia quedita, a bautizar a la niña. La niña nuestra. La más pequeña de su familia, Ach’ix. Bella y simple, como el grano de maíz más dorado. Ach’ix nació de padres indios en la soledad yerma de la tierra. Pero un día, cuando lavaba en el río, la virgen misma, la madre de Dios, le ordenó proteger a los suyos y restaurar el mundo que fue antes de la llegada de los kaxlanes, los chupadores del sol.
Ach’ix tiene carne sobre el hueso. Ach’ix tiene nuestro color en la piel. Bajo su vestido se levanta su pecho, con el ritmo de la sangre que vive en su corazón. Ach’ix es tibia como el cuerpo de un pájaro sostenido entre las manos.
Y obedeciendo a la virgen, nuestra niña cruzó la plaza. Entró a la iglesia.
Bajo su pie descalzo giró la tierra.
Ordenó que se sacara del altar a la virgen Kaxlana, porque no es de carne, no tiene color, no la recorre la sangre, no tiene en su lengua el Batsil k’op, la palabra verdadera. Se quemó en un fogón a la virgen y en su lugar se colocó a la niña humana. La ayudaron a subir al altar y la rodearon de flores y velas.
Replicaron las campanas. Ach’ix cantó a sus hermanos en su lengua y fue su voz como el agua fresca que rodea los tobillos cansados. La virgen nos seducía. En sus ojos tranquilos nos reflejamos fuertes y sencillos.
Ach’ix separó sus labios.
Su grito agitó el fuego de las velas:
—Muerte al Kaxlan.
La orden se nos sembró en la sangre.

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Hay pasiones que no cesan.

Hay pasiones que no cesan.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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Loco perdido

Estoy perdido; perdido por enamorado. Enamorado y perdido.
Perdido en tus labios: rojos, carnosos, jugosos.
Enamorado de ti, de tu voz, tu escencia, tus sonidos. Ese latido ardiente que en tu pecho resuena, llamándome.
Perdido entre tu piel, dulce agonía que bien me mata. Jibia, sedosa y trémula.
Enamorado como un loco, que a grito venturoso, niega su locura.
Perdido por tu cuerpo que decirle bello es poco, porque entre cada curva, yo me vuelvo loco.
Enamorado, perdido y loco.
Estoy de a poco, volviéndome loco, y es mi pensamiento inocuo que no se contiene, que vibra y emana cual torrente volcánico.
Es tu rostro, gema perfecta de mis triunfos y debilidades.
Eres tú mi locura y esta perdición.
Eres tú, mi coincidencia, y mi amor.

Marco de Mendoza.

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MIS INSTINTOS SOBRE TI.

MIS INSTINTOS SOBRE TI.

MINIFICCIÓN

MAPA DE CALOR

VICTOR M. SANGUINO MATEOS

Desde una viga del techo, los ojos del mosquito trazan el mapa de calor de tu cuerpo, desnudo en la noche de agosto. Como los míos, recorren cada trozo de tu piel, sudorosa y brillante en la penumbra de la ventana abierta. Sé que irá a por ti, y espero con media sonrisa y la mano dispuesta. El zumbido crece, y sobre tu piel, donde el cristal refleja un sendero de luz de luna, veo una sombra negra que antes no estaba. Con un sonoro manotazo, lo espachurro sobre tu cadera. Tú entreabres los ojos, sonriendo, para decirme: «Hmmm, ¿es que no tuviste bastante?».