In God we trust(?)

In God we trust(?)

«Entraron en la posada y revolvieron las cosas de la maleta y del saco de viaje de Aksenov. De pronto, el jefe de policía encontró un cuchillo en el saco.
—¿De quién es esto? —exclamó.
Aksenov se horrorizó al ver que habían sacado un cuchillo ensangrentado de sus cosas.
—¿Por qué está manchado de sangre? —preguntó el jefe de policía.
Aksenov apenas pudo balbucir lo siguiente:—Yo… yo no sé… yo… este cu… no es mío… —De madrugada han encontrado al comerciante, degollado en su cama. La pieza donde habéis pernoctado estaba cerrada por dentro y nadie ha entrado en ella, salvo vosotros dos. Este cuchillo ensangrentado estaba entre tus cosas y, además, por tu cara, se ve que eres culpable».

–Dios ve la verdad pero no la dice cuando quiere.

León Tolstói.

Espectáculo sublime.

Espectáculo sublime.

«Él continuó allí con el corazón palpitante, turbado, imaginando ver una escena bíblica como los amores de Ruth y Booz o la realización de un designio de Dios en uno de aquellos grandes cenáculos de que hablan las Escrituras. Se acordó de los versículos del Cantar de los Cantares, de las llamadas de amor, de todo el calor de ese poema ardiente de ternura.
Y se dijo a sí mismo: “Tal vez Dios hiciese estas noches para velar de ideal los amores de los hombres”.
Iba retrocediendo frente a la abrazada pareja que avanzaba siempre. Era la sobrina, sin duda. Sin embargo, el sacerdote se preguntaba a sí mismo si no iría él a desobedecer a Dios. Pues, ¿no era que Dios permitía el amor al rodearlo de un esplendor así?».

-Claro de luna

Guy de Maupassant.

Espectro del miedo.

Espectro del miedo.

«—¡Permítame explicarme! El miedo (y hasta los hombres más intrépidos pueden tener miedo) es algo espantoso, una sensación atroz, como una descomposición del alma, un espasmo horroroso del pensamiento y del corazón, cuyo mero recuerdo provoca estremecimientos de angustia. Pero cuando se es valiente, esto no ocurre ni ante un ataque, ni ante la muerte inevitable, ni ante todas las formas conocidas de peligro: ocurre en ciertas circunstancias anormales, bajo ciertas influencias misteriosas frente a riesgos vagos. El verdadero miedo es como una reminiscencia de los terrores fantásticos de antaño. Un hombre que cree en los fantasmas y se imagina ver un espectro en la noche debe de experimentar el miedo en todo su espantoso horror».

-El miedo

Guy de Maupassant.

En contratiempo.

En contratiempo.

«—¡Sólo Dios lo sabe! —exclamó, al cabo de su entendimiento—. ¡Yo no soy yo mismo, soy alguna otra persona; no estoy allá, no; ése es alguien que se ha metido dentro de mi piel. Yo era yo mismo anoche, pero me quedé dormido en la montaña y allí me cambiaron mi escopeta y me lo han cambiado todo. Yo mismo estoy cambiado, y no puedo decir siquiera cuál es mi nombre ni quién soy!
—¡Ah, pobre hombre! Se llamaba Rip van Winkle, pero hace veinte años que salió de casa con su fusil y jamás regresó ni hemos sabido de él desde entonces. Su perro volvió solo a la casa; y nadie podría decir si mi padre se mató o si los indios se lo llevaron. Yo era entonces una chiquilla».

-Rip Van Winkle

Washington Irving.

Mágica ensoñación.

Mágica ensoñación.

«Y ciertamente parece este lugar, aún hoy, envuelto en un poderoso hechizo que llena de extrañas fantasmagorías las cabezas de esas buenas gentes que lo habitan, haciéndoles caminar de continuo en una especie de duermevela. Creen, por supuesto, en los más raros poderes; suelen caer a menudo en trance y tienen visiones; escuchan en el aire voces y músicas indescifrables… No hay vecino que no tenga noticia de algún hecho extraordinario o que no se sepa alguna historia maravillosa, o que no pueda señalar qué paraje alberga entre sus profusas sombras algún espectro acechante; podría decirse, pues, que aquí el demonio de la pesadilla y sus figuras diabólicas tienen el mejor escenario posible para ejecutar sus danzas y morisquetas».

-La leyenda de Sleepy Hollow

Washington Irving.

Demonche ronda.

Demonche ronda.

«Avanzaba ya la tarde hacia el crepúsculo cuando llegó Tom Walker hasta lo que quedaba del viejo fuerte indio y decidió descansar un poco para recuperar las fuerzas. Cualquiera hubiera hecho todo lo contrario, intentar salir de allí cuanto antes en vez de tomarse un respiro en un lugar tan solitario y melancólico, pues eran muchas las tristes historias que se contaban en la región acerca de las guerras libradas contra los indios precisamente en aquellos tétricos parajes; se decía que en aquel lugar aún había salvajes que tomaban cautivos a los que osaran adentrarse en el pantano y luego los ofrecían en sacrificio a uno de sus espíritus demoníacos».

-El diablo y Tom Walker

Washington Irving.

El precio del placer.

El precio del placer.

«Durante la comida sin gracia, Aránzuru miraba sol y llovizna en la ventana, oyéndola masticar. Luego supo que no estaba equivocado. Un rápido amor en el borde de la cama. Después la mirada, los ojos sin amparo antes de la súplica húmeda:
—Quiero ir a Ibiza, tengo que ir. Y no tengo dinero. Ay, amor, si pudieras ayudarme.
—¿Ibiza? —preguntó él sabiendo que trampeaba—. Ibiza. Vamos juntos.
—Es que yo… La verdad, tengo un compromiso.
Aránzuru dejó la cama, tanto semen perdido, y fue a sentarse al escritorio.
Desnudos los dos, casi ridículos. Ella empezó a vestirse.
—Siempre fuiste una puta y estuve loco por ti, porque nunca tropecé con una puta tan puta. Dime cuánto quieres o quiere tu nuevo macho. Te hago el cheque».

-Maldita primavera

Juan Carlos Onneti.

Congraciar.

Congraciar.

«Entramos y encendí la luz. Y vio, vimos, en medio de la gran cama, con su colcha blanca de señorita, un gato negro, grande, gordo. Un gato que yo veía por primera vez y que parecía acostumbrado a ronronear allí. Con las patas dobladas bajo el pecho nos miró con ojos curiosos y volvió a cerrarlos. Hasta hoy no sé cómo pudo haber entrado. Sospecho, apenas. Me adelante para acariciarle el lomo y la garganta y entonces ella explotó. Que echara el gato inmundo, que iba a llenar la cama de pulgas. A gritos y pateando el suelo. Le dije que me había hecho feliz encontrar por sorpresa que alguien nos daba la bienvenida. Ella me trató de estúpido y golpeó las manos hasta que el gato corrió hacia la puerta y la sombra del pasillo».

-El gato

Juan Carlos Onneti.

Cuando lo poderoso es la atracción.

Cuando lo poderoso es la atracción.

«Saad detuvo el coche frente al árbol y vio la gran maleta negra, vio que la persona que le sonrió tenía una cabeza de mujer, joven, extraordinariamente hermosa, un suéter rojo que cubría el pecho sin la menor sospecha de senos; un pecho liso de varón; pantalones negros que no insinuaban el bulto del sexo. Hombre, mujer, efebo, hermafrodita, Saad lo necesitó de pronto, con fuerza y jadeando. Necesitó que subiera al coche, necesitó de aquello con miedo, empezó a creer que lo había estado esperando desde la primera juventud y casi llegó a creer que necesitaría la presencia o cercanía de Ello —el corte de pelo era masculino y no había pintura en la cara— hasta el resto de sus días».

-Jabón

Juan Carlos Onneti.

fantástico bajel.

fantástico bajel.

«Por los lentos ríos amazónicos navega un barco fantasma, en misteriosos tratos con la sombra, pues siempre se lo ha encontrado de noche. Está extrañamente iluminado por luces rojas, tal si en su interior hubiese un incendio. Está extrañamente equipado de mesas que son en realidad enormes tortugas, de hamacas que son grandes anacondas, de bateles que son caimanes gigantescos. Sus tripulantes son bufeos vueltos hombres. A tales peces obesos, llamados también delfines, nadie los pesca y menos los come. En Europa, el delfín es plato de reyes. En la selva amazónica, se los puede ver nadar en fila, por decenas, en ríos y lagunas, apareciendo y desapareciendo uno tras otro, tan rítmica como plácidamente, junto a las canoas de los pescadores. Ninguno osaría arponear a un bufeo, porque es pez mágico. De noche vuélvese hombre y en la ciudad de Iquitos ha concurrido alguna vez a los bailes, requebrando y enamorando a las hermosas».

-El barco fantasma

Ciro Alegría.