Confabulario.

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• MINIFICCIÓN •

Los corazones alados

Ana Ferrer

Había oído hablar de ellos, pero yo sentía que el mío era un nido. Un espacio hecho con ramas, que esperaba siempre a los heridos en otras historias. Hombres que venían buscando el sueño y dormían en mí por las noches, como invitados del reposo, con las constantes basales y las palabras revueltas en pesadillas. Y se despertaban a la mañana siguiente convertidos en cuervos con alas. Invencibles. Capaces de todo, menos de quedarse.

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fantástico bajel.

fantástico bajel.

«Por los lentos ríos amazónicos navega un barco fantasma, en misteriosos tratos con la sombra, pues siempre se lo ha encontrado de noche. Está extrañamente iluminado por luces rojas, tal si en su interior hubiese un incendio. Está extrañamente equipado de mesas que son en realidad enormes tortugas, de hamacas que son grandes anacondas, de bateles que son caimanes gigantescos. Sus tripulantes son bufeos vueltos hombres. A tales peces obesos, llamados también delfines, nadie los pesca y menos los come. En Europa, el delfín es plato de reyes. En la selva amazónica, se los puede ver nadar en fila, por decenas, en ríos y lagunas, apareciendo y desapareciendo uno tras otro, tan rítmica como plácidamente, junto a las canoas de los pescadores. Ninguno osaría arponear a un bufeo, porque es pez mágico. De noche vuélvese hombre y en la ciudad de Iquitos ha concurrido alguna vez a los bailes, requebrando y enamorando a las hermosas».

-El barco fantasma

Ciro Alegría.