• MINIFICCIÓN •
Cuentos de terror
Renato Guillén
Orgullosos, los fantasmas se reúnen en las noches para contarse cuentos de humanos. No hay nada más aterrador que lo que se hacen los vivos entre sí.
• MINIFICCIÓN •
Orgullosos, los fantasmas se reúnen en las noches para contarse cuentos de humanos. No hay nada más aterrador que lo que se hacen los vivos entre sí.
«Enemigos o no, los pueblos respetaban al anciano Amaliwak por su sapiencia, su entendimiento de todo y su buen consejo, los años vividos en este mundo, su poder de haber alzado, allá arriba en la cresta de aquella montaña, tres monolitos de piedra que todos, cuando tronaba, llamaban los Tambores de Amaliwak. No era Amaliwak un dios cabal; pero era un hombre que sabía; que sabía de muchas cosas cuyo conocimiento era negado al común de los mortales: que acaso dialogara, alguna vez, con la Gran-Serpiente-Generadora, que, acostada sobre los montes, había engendrado los dioses terribles que rigen el destino de los hombres, dándoles el Bien con el hermoso pico del tucán, semejante al Arco Iris, y el Mal, con la serpiente coral, cuya cabeza diminuta y fina ocultaba el más terrible de los venenos».
-Los advertidos
Alejo Carpentier.
«Acevedo tomó a Juana por la cintura, apretándola. En la calle una bocina atravesó la noche, y la muchacha, aterrada, luchó por desprenderse. Pero sólo un segundo. Después, viendo que un hilillo de luz partía el rostro de Juan como una herida, acarició esa herida. Él con su mano grande y caliente y engrasada, hurgó en el escote de Juana. Ella lo sintió duro y peligroso apretado contra su cuerpo, y tuvo miedo otra vez.
—No, no, por favor…
—Ya, pues, Juana, no sea tonta.
No le dijo tocaya. Se desprendió con violencia y volvió al mesón. Desde allí escuchó cómo Juan orinaba».
-Tocayos
José Donoso.
• PLUMAS •
📄 🖋 📚
Audaz, excéntrico, critico, sarcástico y Mexicano.
Carlos Monsiváis no era un escritor cualquiera; era capaz de hablar de todo con un exquisito sabor en la lengua. Hablaba de nosotros, con nosotros. Fue sin duda, un mensajero perfecto del mexicanismo, del folclore y de todo lo que condujera arte.
Nacido un 4 de mayo de 1938 en la Ciudad de México, dedicó su vida a la escritura crónica y ensayista, lo que lo llevó a convertirse en uno de los más prolíficos actores literarios de su época.
Curioso y vivaz. Se involucró incluso en la vida política del México que vivió; apoyando movimientos sociales como el feminismo, la lucha lgbt y movimientos estudiantiles (1968 Mx). Atrayéndole esto, un sinnúmero de detractores.
Amante del arte, se cree llegó a acumular más de 12 mil objetos, entre pinturas, maquetas, juguetes, fotografías y otros objetos que hoy en día son un claro retrato del México que experimentó.
Entre sus obras más destacadas están:
Amor perdido, Escenas de pudor y liviandad, Días de guardar y Aires de familia, entre muchas más. Obras en las que podemos notar su maestría para la crónica y el ensayo.
Su categórico talento lo llevo incluso a incursionar en el séptimo arte en cintas como Caifanes, Un alma pura y Las visitaciones del diablo.
Hablar de Monsiváis es hablar de un México utópico, como ese que le hubiera gustado ver.
Se marchó un 19 de junio de 2010 a los 72 años, debido a una insuficiencia respiratoria derivada de una fibrosis pulmonar; sus lectores, al igual que los 13 gatos con los que vivía, somos fieles testigos del amor incondicional a su país, a las letras, a la defensa incansable de los derechos civiles y a su prosa sarcástica, perspicaz y popular.
Omnipresente cultural de su tiempo, Carlos Monsiváis será recordado no solo por su obra literaria, sino también, por su pasión por la vida y esa lucha constante por demostrarnos, que la locura y el amor, son al final, lo único que nos puede salvar de todo.
«Si nada te garantiza el mañana, el hoy se vuelve inmenso.»
–Carlos Monsiváis–
📄 🖋 📚
«El camino para llegar a nuestro sueños es también una lucha interna con miedos, prejuicios y paradigmas que hemos adquirido, una lucha que sólo nos corresponde a nosotros ganar».
Eduardo Alighieri
«Los viejos se han hincado, sollozando.
Yo alargo la mano y rozo con los dedos el rostro de porcelana de mi amiga. Siento el frío de esas facciones dibujadas, de la muñeca-reina que preside los fastos de esta cámara real de la muerte. Porcelana, pasta y algodón. “Amilamia no olbida a su amigito y me buscas aquí como te lo divujo.»
Aparto los dedos del falso cadáver. Mis huellas digitales quedan sobre la tez de la muñeca.
Y la náusea se insinúa en mi estómago, depósito del humo de los cirios y la peste del ásaro en el cuarto encerrado. Doy la espalda al túmulo de Amilamia. La mano de la señora toca mi brazo. Sus ojos desorbitados no hacen temblar la voz apagada:
—No vuelva, señor. Si de veras la quiso, no vuelva más.
Toco la mano de la madre de Amilamia, veo con los ojos mareados la cabeza del viejo, hundida entre sus rodillas, y salgo del aposento a la escalera, a la sala, al patio, a la calle».
-La muñeca reina
Carlos Fuentes.
«—Mira, esas velas que ves son las vidas de los hombres. Las grandes son las vidas de los niños; las medianas son las vidas de los cónyuges, y las pequeñas las de los ancianos. Pero hay también niños y jóvenes que no tienen más que una velita pequeña. —¡Dime cuál es mi luz! —dijo el médico, pensando que era todavía una vela bien grande—. Y la Muerte le enseñó un cabito de vela, casi consumido: —Ahí la tienes. —¡Ay, madrina, madrina mía! ¡Enciéndeme una luz nueva! ¡Por favor, hazlo por mí! ¡Mira que todavía no he disfrutado de la vida, que me van a hacer rey y me voy a casar con la princesa! —No puede ser, dijo la Muerte. —No puedo encender una luz mientras no se haya apagado otra. —¡Pues enciende una vela nueva con la que se está apagando! —suplicó el médico—. La Muerte hizo como si fuera a obedecerle; llevó una vela nueva y larga. Pero como quería vengarse, a sabiendas tiró el cabito de vela al suelo, y la lucecita se apagó. Y en el mismo momento, el médico se cayó al suelo, y dio entonces en manos de la Muerte».
-La Muerte madrina
Jacob y Wilhelm Grimm.
• MINIFICCIÓN •
Vuelven a dejarlos debajo de sus camas. Entonces sí. Follan de manera lasciva y libertina, desordenada, desmandada, en cierta medida frenética, con hambre incontinente, con furia desatada. Follan inflamados, delirando, enardecidos, subyugados, arrebatados, apasionados, arrobados y embelesados. Follan con ardor lujurioso, lúbrico, voluptuoso, impúdico y obsceno. Se follan de manera procaz, licenciosa, casi depravada. Follan apasionada y vertiginosamente, con frenesí y con ardor exacerbado. Follan sin medida y sin control. Y cuando terminan, exhaustos pero satisfechos, recogen sus prejuicios de debajo de la cama, se visten, se despiden con un correcto apretón de manos y abandonan, primero uno y luego el otro, la habitacion del hotel.