
«La novia no era bonita, pero sí muy joven. Tenía un vestido de casimir azul, con pequeñas aplicaciones de terciopelo aquí y allá, y abundantes botones de metal. Continuamente inclinaba la cabeza para observar los puños del vestido, rígidos, almidonados y altos. Le molestaban un poco. Era bastante evidente que sabía cocinar y que tenía como expectativa seguir haciéndolo, como un deber. El rubor causado por la mirada escrutadora de algunos pasajeros cuando ella entraba al coche, era algo nuevo en su habitual semblante opaco, de rasgos convencionales, casi ausentes de emoción.
Evidentemente eran muy felices».
La novia llega a Yellow Sky, Stephen Crane.