«Dos personas que se han querido en la tierra forman un solo Ángel. Su mundo está regido por el amor; cada Ángel es un Cielo. Su forma es la de un ser humano perfecto. La del cielo lo es asimismo».
No obstante los millones de años luz pasados, los astros en sus cuitas espaciales aun la recuerdan. A uno de ellos, que lucia la esclavitud circundante impuesta por un anillo de mágicos resplandores, le oi decir: nació del cosmos y la amamantaron las estrellas. Cuando niña conoció la tranquilidad pero ya adolescente la carimarcaron con bombas. De adulta en su piel sintió el terrible ardor de la explosión nuclear, pero más le dolió la incomprensión y el odio. Murió resquebrajada y con decepción profunda. Desde su muerte el día no existe pues la tristeza enfrió el sol. Siempre hay noche, luto eterno, negro terciopelo pegado a aire. Eso hizo el hombre con la Tierra —acabó diciendo entre los sollozos que caían de su cielo.
«Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Aquel que mira en su interior, despierta».
Carl Gustav Jung.
Leonora Carrington
Tarot
Las Estrellas Leonora Carrington
La Torre Leonora Carrington
La Luna Leonora Carrington
La Templanza Leonora Carrington
El Diablo Leonora Carrington
La Muerte Leonora Carrington
Los Amantes Leonora Carrington
El Loco Leonora Carrington
El Mundo Leonora Carrington
¹(Por fortuna, siempre lo harán).
«El tarot es infinito, es irreplicable. Está vivo. Es imposible alejarse por completo –en un plano teórico al menos– de los constructos sociales y políticos que encuadran la mirada del observador o analista. Se trata, en todo caso, de ese viaje perpetuo, de ese momento donde el fenómeno y el ente se funden, donde queda solo el porvenir dentro del límite de lo probable». Martina Spataro Tron.
[… ] Paciente X —¿Por qué mi cerebro hizo eso? Él me salvó la vida. ¿Por qué no recordarlo?
Ignatius Froome ‘Iggy’ (Tyler Labine): —Parece contraintuitivo hasta que comprendemos como funciona el cerebro. El cerebro sólo intenta darle sentido a las cosas. A veces el mundo es muy hermoso, sabes. La risa de un amigo, un bebé recién nacido sosteniendo tu dedo. Pero la vida también es frágil. Parpadeas y se esfuma en un santiamén. Ante el horror, nuestra mente convierte un trauma en una historia, para darle sentido. Incluso si no lo tiene. Entonces, ¿por qué tu mente te decía que el mundo era horrible? Porque significaba que tu miedo era real. Que podías darte por vencido. Pero creer que tenemos la capacidad de ser héroes, sin importar lo malo de este mundo, es mas difícil. Porque significa que cuando sucede lo peor, podemos elegir seguir adelante. Podemos elegir ayudar. Y eso hace todos los días la gente a nuestro alrededor. Entonces, ¿el mundo es horrible? Por supuesto. Pero hay luz. Hay tanta luz. Solo tienes que abrir los ojos y mirar.
«Una fotografía debe ser agradable, alegre y bella. Ya hay un montón de cosas aburridas en la vida». Auguste Renoir
Mina de uranio Arlit, Francia DailyoverviewMont Saint-Michel. Normandía, Francia. Dailyoverview / Garrit Wes Anderson Alcaldía Venustiano Carranza, Cd. México DailyoverviewKastellet o La Ciudadela. Copenhague, Dinamarca. Dailyoverview Puerto de camiones en Los Angeles, Cal. Dailyoverview Cataratas del Niágara. Ontario, Canadá DailyoverviewCostas de Valparaíso, Chile DailyoverviewMonte Fuji, Japón DailyoverviewOld Harry Rocks. Dorset, Inglaterra DailyoverviewMeseta de Adrar. Atar, Mauritania Dailyoverview
«’¡Mentiroso! ¡Mentiroso!’, me gritó usted papá, porque me salí del mundo y luego ordenó: —¡Vete a ese rincón! ¡Híncate! Pon los brazos en cruz y pídele a Dios que te perdone tantísimas mentiras como has dicho esta triste noche en la que te esperamos sin esperanzas de volver a hallarte. Y aquí estoy en el rincón, viendo mi sombra sobre la pared de adobe, con las rodillas y los brazos muy cansados, con mis tiritas de regalos tiradas en el suelo, oyendo cómo roncan mis padres, mientras yo estoy crucificado sólo porque vi las trescientas sesenta y cinco casas de Dios, vi a Marta y a María planchándole sus vestidos, vi a Santa Rita, a los remolinos de pájaros, a su altarcito para que recen, vi a las Once Mil Vírgenes todas chiquititas, cubiertas de flores sonrosadas, vi al Rey del Mundo que tuvo la atención de hacerme tantos regalos, vi al Hombre, escondido en el cerro con su carabina y que sólo sale para ver los huesos de los muertos Antiguos, que ahora me parece que él mismo los mató, vi a los Apóstoles y si no vi a Judas es porque ya se había huido y vi a san José… ¡Y aunque les pese, los vi y los vi y los vi!… Papá, no apague la vela. ¡Ya la apagó! Papá, no me diga mentiroso, porque los vi, los vi y los vi… por eso ahora estoy crucificado en este rincón oscuro…»
«—¡Cómo! —exclamé—. ¡Estamos prisioneros en una erupción! ¡La fatalidad nos ha lanzado por el camino de las lavas incandescentes, de las rocas ardientes, de las aguas hirviendo y de todas las materias eruptivas! ¡Vamos a ser empujados, expulsados, lanzados, vomitados por los aires con los trozos de roca, las lluvias de cenizas y de escoria, en un turbión de llamas! ¡Y eso es lo mejor que puede ocurrirnos! —Sí —respondió mi tío, mirándome por encima de sus gafas—, porque es la única probabilidad que tenemos de volver a la superficie de la tierra. [… ] Yo me preguntaba entonces cuál podría ser aquella montaña y en qué parte del mundo nos expulsaria».