Las caras del diablo.

Las caras del diablo.

«Lo llamaron Mandinga por el diablo. Al diablo lo había visto muchas veces, de muchas formas. Cuando iba a visitar a su tío el cura y no había gente en la iglesia. La sacristía parecía más grande y más penumbrosa. Se detenía frente a las imágenes de bulto de las Vírgenes y de los Santos. En la escasa luz veía aparecer y borrarse las figuraciones de los cuadros oscuros. Había animales también en aquellas imágenes. Un perro que acompañaba a San Roque, un pescado grande y azuloso que tenía Tobías en la mano. Y aquella culebra oscura que pisaba la Virgen con su pie descalzo. Su tío se las explicaba. La culebra era el diablo. Y también lo era aquel animal tan raro, con cuerpo de lagarto, larga cola de toro y cabeza de perro, que San Miguel hería con su lanza».

-El milagro

Arturo Uslar Pietri

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Hay cosas que deberían quedar ocultas.¹

Hay cosas que deberían quedar ocultas.¹

«Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón…
Aquel que mira afuera, sueña.
Aquel que mira en su interior, despierta».

Carl Gustav Jung.

Leonora Carrington

Tarot

Las Estrellas
Leonora Carrington
La Torre
Leonora Carrington
La Luna
Leonora Carrington
La Templanza
Leonora Carrington
El Diablo
Leonora Carrington
La Muerte
Leonora Carrington
Los Amantes
Leonora Carrington
El Loco
Leonora Carrington
El Mundo
Leonora Carrington

¹(Por fortuna, siempre lo harán).

«El tarot es infinito, es irreplicable. Está vivo. Es imposible alejarse por completo –en un plano teórico al menos– de los constructos sociales y políticos que encuadran la mirada del observador o analista. Se trata, en todo caso, de ese viaje perpetuo, de ese momento donde el fenómeno y el ente se funden, donde queda solo el porvenir dentro del límite de lo probable». Martina Spataro Tron.

Arrinconar.

Arrinconar.

• MINIFICCIÓN •

Éxtasis.

Antonio Lorenzo Moterrubio

–¡No, no, no!–, gritaba la criatura, acorralada en una esquina del coro de la iglesia.
–¡Vade Retro! ¡Demonio Maldito! –respondía el hechicero, al mismo tiempo que trazaba unas líneas en el aire, confinando al demonio en uno de los tubos del órgano del coro, cual prisión de metal. A partir de entonces, se hizo público que no se debería accionar jamás la techa del tubo correspondiente, so pena de liberar nuevamente al Diablo, provocando plagas y terrores bíblicos.
Así transcurrió largo tiempo, hasta que un organista, arrebatado por una magnífica inspiración, en la cima de un pasaje in crescendo, se olvidó de la antigua prohibición; el Demonio, vibrando extasiado por la música, decidió continuar para siempre en su celda, permaneciendo eternamente en el sublime estado en el que se encontraba.
El Preludio Coral ‘Desciende tú ahora, Jesús, del cielo’, (‘Kommst du nun, Jesu, von Himmel’) BWV 650, de Johann Sebastian Bach, fue, así, compuesto.

I’ve got a weakness.¹

I’ve got a weakness.¹

«El espectral hombre se detuvo frente a nosotros. Cuando reconoció al Conde me preguntó que qué estaba haciendo yo con semejante maricón. El Conde, en respuesta al agravio lo sujetó de la nuca y le plantó un tremendo beso en la boca. Luego se echó a reír como loco y al poco rato yo también me reía del Diablo. Este último, después de escupir varias veces, me miró y me dijo:
—Tú no te rías, que por ti he venido».

La noche de los Inmortales.

Fernando de León.

¹ Devil like you, Gareth Dunlop.

Only a devil like you.¹

Only a devil like you.¹

«Yo sabía que él deseaba con cada poro de su ser que el diablo también le dictara en sueños su propio trino, pero la música y el talento eran un regalo que la existencia le daba a la sinceridad, y ni él ni yo éramos sinceros».

Nocturno en Do Menor.

Princesa Hernández.

¹ Devil like you, Gareth Dunlop.

I’m in too deep.¹

I’m in too deep.¹

«Grité que volvieras. Y volviste. No eras el mismo. Ojos sin luz. Quijada rota. Me asusté. Ahora sí alzaron los cuervos el vuelo. Perecía el sereno. Entonces los hombres de paja me hablaron, esos que ahuyentan a las aves y no las dejan volver. Y lo supe: debí pactar con la bruja, pero me resistí. Te deseé como antes, por eso no tuve de otra. Y no sé si el diablo me lo perdonó. Porque aquí abajo sólo calan los huesos y ya nadie huye del sereno».

El sereno.

Diana Isis del Hoyo Cortés.

¹ Devil like you, Gareth Dunlop.

Lo que digo se desvanece.

Lo que digo se desvanece.

«Una casuista del tiempo llegó a confesar que era un monumento de lógica. La venalidad, dijo el Diablo, era el ejercicio de un derecho superior a todos los derechos. Si tú puedes vender tu casa, tu buey, tus zapatos, tu sombrero, cosas que son tuyas por una razón jurídica legal, pero que, en todo caso, están fuera de ti, ¿cómo es que no puede vender tu opinión, tu voto, tu palabra, tu fe, cosas que son más que tuyas porque son tu propia conciencia, esto es, tú mismo? Negarlo es caer en o absurdo y contradictorio. ¿Pues no hay mujeres que venden sus cabellos? ¿No puede un hombre vender parte de su sangre para transfundirla a otro hombre anémico? ¿Y la sangre y los cabellos, partes físicas, tendrán un privilegio que se le niega al carácter, a la parte moral del hombre?».

La iglesia del Diablo.

Joaquim Machado de Assis.