FRATERNO GATUNO.

FRATERNO GATUNO.

«Se metió debajo de todo eso, con una rebanada de pan al alcance de la mano. Dormitaba y esperaba, y mordisqueaba el pan, y contemplaba la nieve que entraba ligera. Tibby se sentó junto a la vieja cara azulada que asomaba entre las ropas y alzó una pata para tocarla. Maullaba y estaba inquieto, y entonces salió a la mañana de escarcha y llevó una paloma, que todavía forcejeaba y aleteaba un poco, y la dejó junto a la anciana. Pero ella temía salir de debajo del montón de ropa, donde el calor se generaba y conservaba con dificultad. En realidad no podía salir ni para sacar más tablas del suelo, encender un fuego, desplumar la paloma y cocinarla. Extendió una fría mano y acarició al gato.

“Tibby, pobrecito, la has traído para mí, ¿verdad?, ¿verdad que sí? Ven, ven…”
Pero el gato no quería meterse allí dentro con ella. Maulló otra vez, le acercó más la paloma. Ahora estaba abatida y muerta.

“Para ti. Cómetela tú. Yo no tengo hambre, gracias, Tibby.”
Pero la carcasa no le interesaba. Se había comido una paloma antes de llevarle esa a Hetty. Sabía alimentarse bien. A pesar de su pelo apelmazado y sus cicatrices y su ojo amarillo entrecerrado, era un gato fuerte y sano».

-Una anciana y su gato

Doris Lessing

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Ilación suprema

Ilación suprema

• MINIFICCIÓN •

El agua misteriosa

Ángel Zapata

Hace unos años, por la época en que perdí a mi madre, escribí al obispado pidiendo por amor de dios dos patas traseras de cualquier cuadrúpedo. «siempre que las dos patas sean traseras, no tengo preferencia por ningún tipo de cuadrúpedo», decía en la carta.
No me contestaron explícitamente.
A través de terceras personas, el obispado me hizo llegar un frasco, ni pequeño, ni grande, donde nadaba una pareja de caballos de mar.

Una conexión suprema.

Una conexión suprema.

«¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Tomé el libro. No, no partí brincando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo. Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aun yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abria por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si ya lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire… Había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada. A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. Ya no era una niña más con un libro: era una mujer con su amante».

-Felicidad clandestina

Clarice Lispector

Fraterno supremo.

Fraterno supremo.

«Francis no gritó, pero el brinco que pegó su propio corazón le reveló a Peter una parte del terror de Francis. “No te preocupes”. Murmuró mientras palpaba la figura en cuclillas hasta atrapar una mano apretada. “Soy yo. Me voy a quedar contigo”. Y asiendo al otro con fuerza, escuchó la cascada de murmullos que habían provocado sus palabras. Una mano tocó el librero cerca de la cabeza de Peter y se percató de cómo continuaba el miedo de Francis a pesar de su presencia. Era menos intenso y esperaba que más soportable, pero permanecía. Sabía que el miedo que estaba sintiendo era el de su hermano y no el suyo. Para él la oscuridad solo era ausencia de luz, la mano que andaba a tientas, la de algún niño conocido. Armado de paciencia esperaba ser encontrado. No volvió a hablar, pues entre Francis y él existía la comunión más íntima. A través de las manos entrelazadas el pensamiento fluía más aprisa de lo que tardaban los labios en amoldarse a las palabras. Podía sentir cómo evolucionaban las emociones de su hermano, a partir del brinco de pánico por el contacto inesperado hasta el pulso uniforme del miedo que continuaba ahora con la regularidad del latido del corazón».

-El fin de la fiesta

Graham Green

Un vinculo supremo.

Un vinculo supremo.

«Si habían de sobrepasar los límites, ese era el momento de hacerlo, cuando él la sujetaba cerca de su cuerpo y la hacía girar, cuando ella se dio cuenta de que él no podía evitar ver el morado que tenía en la sien. Debía de estar a seis pulgadas de sus ojos. Ella lo sintió resplandecer como una estrella maligna. (Ahora le tocaba a ella vengarse por la mano que él le había levantado cuando había intentado ser amable y le había preguntado por su mujer.) Siguieron bailando mientras cambiaba el disco, en silencio e inmóviles, juntos en mitad de la habitación.
Después se convirtieron en un equipo compenetrado —como bailarines españoles profesionales ataviados con máscaras— mientras sonaba la canción lenta.
Sin duda, incluso aquellos que viven ajenos al mundo, en esos momentos, necesitan sentir el tacto de los otros, o todo está perdido.
Eran lo que el corazón de cada uno había deseado aquel día, para ellos mismos y para el otro».

-No es lugar para ti, mi amor

Eudora Welty.

¿De qué te vale?

¿De qué te vale?

• SERIALES •

Game of Thrones
T.6, E.6:
Blood of my blood

Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau)
—Reuniré a los mejores asesinos. Los llevaré al septo y les quitaré la cabeza al Gorrión Supremo y a los demás gorriones.

Cercei Lannister (Lena Headey)
—No puedes

Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau)
—¡Tiene a nuestro hijo!
¡Se lo robo!
Destrozó a nuestra familia.
¿Cómo debemos tratar a quien nos destroza?

Cercei Lannister (Lena Headey)
—Sin piedad, y eso haremos.
Si matas al Gorrión Supremo, no saldrás del septo vivo. Sin ti, nada tiene sentido.
Ponte a la cabeza del ejército donde debes estar, donde mi padre te quería. Muestrales a nuestros hombres dónde poner su lealtad. Muéstrales lo que son los Lanister, qué les hacemos a los enemigos. Y recupera ese tonto castillo porque es nuestro y puedes hacerlo.

Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau)
—Pronto te juzgarán. Debo estar presente contigo.

Cercei Lannister (Lena Headey)
—Será un juicio por combate.
Tengo a
‘La montaña’.
Nos fortalecieron a ambos, todos ellos.
No tienen idea de lo fuerte que somos.
No saben qué les haremos.
Siempre estuvimos juntos.
Siempre estaremos juntos.
Somos los únicos dos en el mundo.
Tú y yo.

Sin su creador.

Sin su creador.

• SERIALES •

Snowpiercer

Andre Latton (Daveed Diggs):

–¿Erik te dijo qué hacía con esto?

Lilah Folger (Kerry O’Malley):

–Nunca. Erik prácticamente crió a L. J.

Robert Folger (Vincent Gal):

–Se sabrá en cualquier momento, Lilah.

Lilah Folger (Kerry O’Malley):

–Cállate, Robert.

Robert Folger (Vincent Gal):

–No podemos.

Lilah Folger (Kerry O’Malley):

–Erik y L. J. son unidos.

Melanie Cavill (Jennifer Connelly):

–¿«Unidos»?

Robert Folger (Vincent Gal):

–No puedo negarle nada a mi hija. En estos tiempos, la moral es un objetivo en movimiento.

Patidifuso.

Patidifuso.

• CITA CON EL SÉPTIMO ARTE •

🎞️ 🎥

LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS.

1989

«—Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, los negocios, la ingeniería, son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romance, el amor, son cosas por las cuales vivimos.»

JOHN KEATING
ROBIN WILLIAMS