Los hombres juzgaron que sus dioses eran infinitos; y que el universo, por ser su obra, también era infinito. Una pretensión ingenua, claro está, pero los dioses también tienen sus debilidades y, en lugar de dejar que los hombres cayeran en cuenta de su error tarde o temprano, dispusieron que cada paso en dirección al límite redujera las dimensiones a la mitad. En un espacio finito, los hombres viven el infinito.
«Entonces empezó a llegar gente suficiente, amigos, parientes, y curiosos extranjeros. Esas mujeres no tenían ningún reparo en casarse si era con sus condiciones. Y cuando un hombre está suficientemente enamorado, no opone ninguna gran objeción a vivir en un paraíso terrenal y ofrecer su mano para construir una nueva comunidad. Pero los hombres se seleccionaban minuciosamente. Tenían que demostrar que estaban totalmente sanos, ya que uno de los principales objetivos del grupo era la maternidad».
Sé sabía.
Charlotte Perkins Gilman.
*Relato Fantástico publicado originalmente por la revista The Forerunner en 1913. Buscando la Utopía, Perkins nos acerca a un Relato Feminista por excelencia.
«—Yo tampoco estoy de acuerdo en que los niños lo vean —casi gritó Karl, sobresaltando a sus invitados—. Pero tenemos que admitir que todos tendrán que enfrentarse a los juegos cuando lleguen a los diez años. —¿Los juegos siempre han existido, papá? —inquirió el hijo mayor, de unos dieciséis años, quien había perdido el brazo izquierdo en los juegos, tratando de ganarse el derecho a seguir viviendo. —Ya tienes edad para saberlo —comenzó Karl—. Antes las cosas eran de otro modo. Si los incapaces, los imbéciles, los débiles y los indisciplinados eran eliminados, era luego de un proceso de muchos años, en los cuales se desperdiciaba la educación que les proporcionaba el Estado, los alimentos, el aire mismo. Los juegos nacieron para acelerar este proceso.ya éramos demasiados en el planeta y era necesario depurar la especie. En realidad, los juegos sólo han existido desde hace veinte años».
La pequeña guerra.
Mauricio-José Schwarz.
*Este cuento mexicano se publicó en 1984, mucho antes que Los juegos de hambre.
«Extrañaré el mar. Pero una persona necesita experiencias nuevas; éstas abren su interior para que pueda crecer. Sin cambios… Algo se duerme en nuestro interior… Y rara vez despierta. El durmiente debe despertar».
«Al principio no vi nada; mis ojos, acostumbrados a la oscuridad, se deslumbraron y se cerraron bruscamente. Cuando pude abrirlos, me quedé más que maravillado, alucinado. —¡El mar! —exclamé. —Sí —respondió mi tío—, el mar Lidenbrock. No creo que ningún navegante me dispute el honor de haberlo descubierto ni el derecho de darle mi nombre. Un inmenso manto de agua, que podía ser el comienzo de un lago o de un océano, se extendía mas allá de lo que alcanzaba la vista. La playa, muy abierta, regalaba a las últimas ondulaciones de las olas una arena fina, dorada y llena de pequeñas conchas donde vivieron los primeros seres de la Creación. Las olas chocaban con ese murmullo sonoro particular que producen en todo lugar cerrado e inmenso; la espuma se levantaba con el soplo del viento y me salpicaba la cara. [… ] Era un verdadero océano con el mismo contorno de las playas terrestres, pero desierto y de un aspecto espantosamente salvaje».
«Habíamos salido con tiempo nublado, pero estable. No había que temer calores asfixiantes ni lluvias catastróficas. Un tiempo de turistas. El placer de recorrer a caballo un país desconicido me hacía fácil el comienzo de la aventura. Me entregaba por completo a la felicidad del excursionista, lleno de deseos y de libertad. Empecé a poner de mi parte en el asunto. «Después de todo —me decía yo—, ¿Qué peligro corro? ¿El de viajar en medio del país más interesante o escalar una montaña muy famosa? O, si se ponían mal las cosas, ¿bajar al fondo de un cráter apagado? En cuanto a las existencia de una galería que comunique con el centro del Globo, no es sino pura imaginación y pura imposibilidad. Por tanto, lo que haya de bueno en esta expedición hay que aprovecharlo sin escatimar.” Apenas acababa yo estos razonamientos, ya habíamos salido de Reykjawik. Hans marchaba a la cabeza, con paso rápido, regular y continuo. [… ] Islandia es una de las mayores islas de Europa, mide 1400 millas de superfície y no tiene mas que sesenta mil habitantes. Los geografos la han dividido en cuatro partes y teníamos que atravesar casi de refilón la que lleva el nombre de país del cuarto del suroeste, Sudvestr Fjordúngr».