Kinich Ahau.

Kinich Ahau.

«—Soy un Alacrán. Un hijo de Síina’an Yaach que fue arrancado del nido junto con otros para que en un juego de pelota se decidiera el destino de toda una ciudad.
—Todo guerrero que es elegido para recrear la creación de Tsiík Kaaj, las tierras salvajes, en el pok ta pok debería sentirse orgulloso. Ha sido escogido como guardián de su pueblo, defensor de las tradiciones y servidor de la verdad.
—Eso lo dices tú porque nunca has estado golpeando un caucho duro con la cadera durante horas. Yo sólo soy un sobreviviente. No estoy obligado a defender a nadie si no hay un precio de por medio. No sirvo ni ideales efímeros, ni a dioses, ni reyes o naciones».

El alacrán.

Paulo César Ramírez Villaseñor.

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Repensar.

• MINIFICCIÓN •

Los dioses hacen como Poincaré.

Nicolas Bourbaki

Los hombres juzgaron que sus dioses eran infinitos; y que el universo, por ser su obra, también era infinito. Una pretensión ingenua, claro está, pero los dioses también tienen sus debilidades y, en lugar de dejar que los hombres cayeran en cuenta de su error tarde o temprano, dispusieron que cada paso en dirección al límite redujera las dimensiones a la mitad. En un espacio finito, los hombres viven el infinito.