
«Terminado el yantar y recogida la vajilla, nos reunimos como solemos hacerlo en la choza de Marcelino Peje, perrero catedralicio: el Cojo, el negro Sebastián Milagros y este indigno servidor de vuesa merced. Comentamos, como era justo, lo que habíamos escuchado contra nuestra voluntad en el Fuerte, y resolvimos de común acuerdo, validos de la circunstancia de haber tratado yo pasajeramente a vuestra merced veinte años, enviarle la carta que estoy dictando y que el Cojo adereza con donaire más sutil.
Tiene ella por objeto comunicar a vuestra merced, Señor Ayuda de Cámara, una fórmula que en casos graves aplica Sebastián Milagros y cuyas virtudes han sido hasta hoy infalibles. Consiste en una cocción de palma, romero y olivo tostados en una vasija de arcilla, con los cuales se sahumará la alcoba del embrujado, asperjando también los rincones con agua sacra. Quien realice el exorcismo deberá revestir una capa y aletear con ella, a manera de quien espanta, en dirección a la puerta. En ésta se habrá enterrado previamente un cuí negro, clavado con alfileres. Acaso vuestra merced ignore que el cuí o cuy es un conejillo de tierras cálidas».
-𝐄𝐥 𝐞𝐦𝐛𝐫𝐮𝐣𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐲
𝐌𝐚𝐧𝐮𝐞𝐥 𝐌𝐮𝐣𝐢𝐜𝐚 𝐋𝐚𝐢𝐧𝐞𝐳




