• MINIFICCIÓN •
Por aguacate.
Guillermo Castillo
Melitón Palacios, hombre de sanas costumbres, de hablar parsimonioso, trabajador de sol a sol, católico, apostólico y romano a toda prueba anunció que se casaría.
Las habladurías no se hicieron esperar; se habló de la gran suerte de Herlinda Arroyo, gracias al agua de calzones que durante días le dio a tomar al bueno de Melitón.
Se casaron en Santa Bárbara. En el pueblo todos se reían. El negro lucía vestido entero; ella, largo velo semitransparente de tul organza capaz de disimular las cicatrices que crecieron sobre sus viejas heridas. Hubo parranda, cerveza Pilsen, tamales, rellenas y un regalo especial en tomates y aguacates que, en letra de molde, decía:
¡Tómalo por aguacate!

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