Voy a tu encuentro.

Voy a tu encuentro.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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Lo negro de la noche

[…] Caminaba sobre la acera, de frente, una higuera enorme posteaba el siguiente cruce; obscuro, incluso tétrico. Maullé, como a la espera de algo o de nada.

Apareciste. Con una sonrisa tímida entre lágrimas que desconocí. No me gustan las tristezas. Es mejor sonreír. Caminé sobre el filo de la acera en sentido contrario a ti. No me seguiste más que con la mirada. Maullé. Fuiste tres pasos adelante y nos miramos. Fijos. Seguías llorando, leve, suspirante. Me eche debajo de un faro tenue, casi muerto de luz. Me mirabas mientras limpiabas una lágrima extensa que derramaste rota. Fuiste entonces hasta mí, y al tocarme, desapareciste…

Un gato es un portal hacia una luz incomparable, incomprendida. Hay almas que se pierden y se buscan, que se tintinean entre este plano y los otros. Un gato es testigo, encuentro. Un gato soy yo, y maúllo cada noche buscando almas perdidas que necesitan consuelo y buen encuentro…

Marco de Mendoza

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Simbiosis mental.

Simbiosis mental.

• MINIFICCIÓN •

Esta es la triste historia…

Álvaro Cepeda Samudio

Ésta es la triste historia del esposo que se emborrachaba todas las noches porque tenía una esposa fea que a su vez tomaba Ron Blanco todo el día porque su triste historia consistía en que su marido era feo.
Así vivieron felices hasta la eternidad.

Juegos de amor.

Juegos de amor.

«Yo estaba enamorado del piano blanco. Y ella lo sabía. Lo descubrió con esa asombrosa capacidad que tienen las mujeres para descubrir cosas como ésta o como la homosexualidad en los hombres que la esconden celosamente. Tal vez porque de niño me faltó todo, y en la casa de vecindad donde viví no habita siquiera un trozo de madera con que fabricar un juguete, fue por lo que adquirí la costumbre de aferrarme a los pocos objetos que durante esos años caían por casualidad en mis manos […] Al principio fue como una sensación muy vaga de temor, pero a medida que fui acumulando detalles y comprendí lo que ella buscaba la temí y la odié al mismo tiempo. Me privaba a mí mismo del infinito placer de tocar el piano blanco para que ella no lo viera, para que no lo oyera porque ya estaba seguro de que ella lo odiaba, con la misma fuerza con que yo lo amaba».

-El piano blanco

Álvaro Cepeda Samudio.

No sabes a dónde vas.

No sabes a dónde vas.

«Hoy decidí vestirme de payaso. Me he puesto unos grandes zapatones de caucho y me he pintado la cara de rojo y de blanco. Cuando atravesé el estrecho corredor de arena la sentí rebotar debajo de mis zapatones y tuve la agradable sensación de sentirme payaso. Todos estaban ya en el redondel cuando entré y no me han mirado siquiera. Cuando fui a ocupar mi puesto he pasado frente al domador que está todavía tratando de pegar una melena de papel amarillo a sus leones de cartón. Y ahora estoy entre los demás payasos, los payasos de verdad, y yo que sólo estoy vestido de payaso, me confundo entre ellos y nadie podría decir cuál de nosotros es el menos verdadero».

-Hoy decidí vestirme de payaso

Álvaro Cepeda Samudio.