Minientrada

Nunca más.

• MINIFICCIÓN •

Estocada final

Marco de Mendoza

Otilia levantó alto su mano, y con fuerza dio una estocada final. Nunca había toreado a un animal así, se caía sin fuerzas, pero no iba a dejarse vencer ante aquella bestia infame y retorcida. Limpió sus lágrimas con dolor; sentía que el cuerpo se le iba resquebrajándo por cada hueso. La respiración agitada y el miedo no se disipaban a pesar de haber terminado ya con aquel suplicio. Luego, tiro el cuchillo sobre el piso ensangrantado y yéndose, se juro que nunca volvería a permitir que otro hombre como aquel, la golpeara una vez más.

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Hermenéutica del piropo bestial.

Hermenéutica del piropo bestial.

• PLUMA INVITADA •

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La metáfora (definición) consiste en trasladar un sentido directo a otro figurado por una comparación sobreentendida.

Lo que atrae a los perros.

Uno de los piropos más bestiales de que tengo noticias lo repetía, en el colegio donde estudié, el loco Valbuena (quien antes de la graduación decidió sumarse a un grupo paramilitar): «Dime dónde cagas para ir a revolcarme». Era esa la forma de elogiar la esteatopigia de un culo inenarrable (de cuya dueña sería mejor no acordarme).

Vivo en una casa con dos mascotas ancianas. Una vez al mes, cuando su ama las baña y las acicala con champú recamier, y las peina, y las saca a pasear, las perritas esperan el momento del descuido para revolcarse justo en el sitio donde percibieron un ligero olor a mortecino, o donde reposan las boñigas de un caballo.

Los mulos que empujan los vehículos de tracto animal (transporte usual de recicladores en este pueblo con ínfulas de llegar a ser ciudad) al no ser alimentados con pasto y heno, sino con sobras de comida humana, expulsan un estiércol fétido, concentrado en acidez y similar al de los porcinos, más que de pollinos.

Creo que fue en un libro de David Mamet donde leí que lo que atrae a los perros para revolcarse en la inmundicia es un instinto de supervivencia atávico, heredado del tiempo en que eran salvajes: los perros, asegura Mamet, se revolcaban sobre los restos de animal muerto para camuflar su olor y despistar a los depredadores. Hace años leí, en un reportaje sobre técnicas de camuflaje de drogas implementadas por el genio delictivo de Pablo Escobar, que el capo incluyó mierda de tigre para frotar a los embarques de cocaína. Al embadurnar con mierda de carnicero los cargamentos que saldrían por el aeropuerto internacional, lograba despistar a los perros antinarcóticos. Estos, entrenados para detectar droga con el olfato, al percibir los rastros de tigre, empezaban a llorar, de miedo, se apartaban lo más lejos posible del carnicero, olvidándose así de la droga que volaba directo de Colombia a una fosa nasal en Estados Unidos.

«Dime dónde cagas para ir a revolcarme» es, parece, un instinto atávico, y no un elogio del culo.

Stanislaus Bhor.