Nadie se ve si no lo han visto.

Nadie se ve si no lo han visto.

«Como no pueden otra cosa y se pasan la vida escuchando lo que ocurre en el mundo exterior, los escorpiones se dan entre sí los más diversos nombres: amor mío, maldito seas, te quiero con toda el alma, por qué llegaste tan tarde, estoy muy sola, cuándo terminará esta vida, déjame, no sabría decirte si te quiero. Palabras que oyen desde el fondo de los ladrillos, desde la podredumbre seca y violenta, entre las vigas de algún hotelucho, o desde los fríos tubos de hierro de un excusado oloroso a creolina. Porque ellos, repetimos, no saben que se llaman escorpiones o alacranes. No lo saben. Y así, sin saberlo, se sienten requeridos por alguien en las tinieblas, entre besos húmedos o pobres centavos que suenan sobre una mesa desnuda, y salen entonces para ser muertos y para que se hable de ellos en los lavaderos donde las mujeres reprenden a los niños, y los niños de pecho devoran a sus madres apenas sin sentirlo».

El sino de los escorpiones,
José Revueltas.

Distantes constantes.

Distantes constantes.

• DESCANSAMOS LOS MARTES •

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SOMOS

Tú y yo somos una esquirla que el viento lanzó al mundo un templado día de octubre; estrepitoso y voraz, caótico, poderoso y tenaz. Una esquirla que se sobrepone, se luce y se agranda. No daña, contempla.
Somos un camino. Un camino de arbustos suaves y enramados que atrapan ventarrones, malesas. Que salpican piedad y reparten bondad.
Somos la unión que no se contempla, que nadie espera; la risa suave que despierta en la mañana y alumbra los días pesarosos.
Somos alma y sueños. Distantes constantes y briosos empeñosos. Somos todo cuanto existe, somos un comienzo que no acaba. Un final que ya no existe.

Marco de Mendoza

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Por un augurio más.

Por un augurio más.

«—Me alquilo para soñar. En realidad, era su único oficio. Había sido la tercera de los once hijos de un próspero tendero del antiguo Caldas, y desde que aprendió a hablar instauró en la casa la buena costumbre de contar los sueños en ayunas, que es la hora en que se conservan más puras sus virtudes premonitorias. A los siete años soñó que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente. La madre, por pura superstición religiosa, le prohibió al niño lo que más le gustaba, que era bañarse en la quebrada. Pero Frau Frida tenía ya un sistema propio de vaticinos.
—Lo que ese sueño significa —dijo— no es que se vaya a ahogar, sino que no debe comer dulces».

-Me alquilo para soñar (Doce cuentos peregrinos)

Gabriel García Márquez.

A priori.

A priori.

• MINIFICCIÓN •

REUNIÓN LABORAL

MARCO DE MENDOZA

Gonzalo esperaba el autobús impaciente. Había caminado demasiado y estaba agotado, fastidiado. La gente a su alrededor lo miraba sin decir nada. Ya no quería seguir, así que bajo la maleta que llevaba al hombro y sacó primero una parte; luego, con dificultad sacó otra parte. Cada vez más gente lo miraba y encerraba en un circulo. Chacoteaba, como recordando. Empezó a temblar, sus movimientos torpes luego lo hicieron notar que la sangre recorría sus brazos, fría y espesa. Haber destazado a su jefe luego del altercado en aquella junta laboral e intentar llevarlo a cualquier otra parte metido en una maleta a las 3:00 de la tarde, en medio del periférico, le estaba resultando mala idea.
—¡Gonzalo, despierta! —Le gritaba su mujer mientras lo agitaba levemente en la cama—
—Es llamada de tu jefe.
La pesadilla de Gonzalo, recién comenzaba.