Derretir.

Derretir.

• MINIFICCIÓN •

En el desierto.

César Zazueta

Habían bajado caminando desde el Alpen Zoo: una hora de camino.
Tomados de la mano, recargados sobre el barandal a mitad del puente, mirando al río correr.
“Inn” debe ser como en inglés, “posada”, “parada”. “Bruck” en alemán suena a “puente”. ¿O será en río Inn y el nombre Puente del Inn?
—Háblame del desierto —le pidió Miriam.
—¿Qué? —preguntó Felipe— Estaba distraído.
—Háblame del desierto. ¿Es como “Viento Negro”, aquella película que vimos en el Cine Variedades?
—Sonora es un país lejano, inmenso: eso es el desierto. ¿Pero por qué siempre que ves agua piensas en el desierto? Cuando vivamos en Cananea te vas a hartar de tanto ver cerros pelones, de andar por los caminos en medio del desierto. Aunque en la tarde, a la hora del crepúsculo…
—Debo traerlo en la sangre, Felipe. Son una judía recién casada. ¿Qué en la luna de miel no tiene uno derecho a ponerse melancólico?
Miriam continuaba inclinada mirando el río que huía. Felipe la miró. Fijó en sus ojos, para siempre, el hermoso perfil de la mujer inclinada mirando el agua correr.
Al fondo, a los lados, las montañas del Tirol, verdes y azules, completaban el paisaje de tarjeta postal.


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Rumrill.

Rumrill.

«Cuando tiene suerte, no tiene que esperar mucho. De repente, mientras mira fija y atentamente el agua, se da cuenta que decenas y centenares de peces siguen en fila india a su madre. Huapapa se prepara. Antes de que la fila india de peces termine de pasar, hace un movimiento y arroja su deyección al agua. Los peces, que creen que acaba de caer maná del cielo, se detienen para verificar y comprobar si la materia blanquecina que tienen delante es comida. Es el momento en que Huapapa desciende de la rama hasta el agua sin ser vista por los peces y traza un círculo grande en el agua con el pico blanco de la resina tóxica. Los peces quedan entonces encerrados en un círculo de agua envenenada que en cuestión de minutos se va cerrando. Los peces advierten el peligro y huyen en desbandada, rompiendo el círculo de agua envenenada. Pero algunos, cogidos de sorpresa, curiosos por ver qué está pasando o sordos a los gritos de su madre que les pide que escapen, son atrapados en el círculo. Cuando el agua envenenada con la resina blanca penetra por sus branquias, sienten primero un mareo, luego una especie de sueño pesado los domina y finalmente pierden el conocimiento»..

Huapapa. La pescadora del amazonas.

Roger Rumrill.

Por la obligada necesidad.

Por la obligada necesidad.

«—Padre, nos mataron.
—¿A quiénes?
—A nosotros. Al pasar el río. Nos zumbaron las balas hasta que nos mataron a todos.
—¿En dónde?
—Allá, en el Paso del Norte, mientras nos encandilaban las linternas, cuando íbamos cruzando el río.
—¿Y por qué?
—Pos no lo supe, padre. ¿Se acuerda de Estanislado? Él fue el que me encampanó pa irnos pa allá. Estábamos pasando el río cuando nos fusilaron con los máuseres. Me devolví porque él me dijo: “Sácame de aquí, paisano, no me dejes.” Y entonces estaba ya panza arriba, con el cuerpo todo agujerado, sin músculos. Lo arrastré como pude, a tirones, haciéndomele a un lado a las linternas que nos alumbraban buscándonos. Le dije: “Estás vivo”, y él me contestó: ‘Sácame de aquí, paisano’. Y luego me dijo: ‘Me dieron’».

-Paso del Norte

Juan Rulfo.