Espiritismo falaz.

Espiritismo falaz.

«Moco era un garabato seco, de nariz caída y ojos fuera de la cara. Había sido músico y adivino y es­piritista en alguna parte. Él fue quien metió aquella fiebre en todos. Comenzó a hablar de fuerzas secretas y señales en la mani­gua, y todos tambaleábamos. Amiana lo tenía para eso, para opiar a la gente y divinizar a Amiana. La isla, decía, había surgido para sostener a Amiana; los espíritus le traían hombres para que se sirviera de ellos, y lo guardaban para que nadie pudiera tocarlo. Amiana quería a Moco por esto. Nosotros sabíamos, algunos, que Moco no había sido nunca espiritista, que en su cabeza había otra cosa. Había sido violinista en un teatro al aire libre, y nada más. Ahora vivía por la manigua, oculto en los matorrales, y en cuevas que hacía en el suelo, hablando con los espíritus, decía a Amiana. A veces adivinaba cosas. Tenía una vista muy aguda y fingía veinte caras, y averiguaba. Sabía algo de astronomía y había adivina­do el ciclón. Era el sacerdote de la isla. —¡Voy a adormecer a la gente! —decía a Amiana».

-Aquella noche salieron los muertos

Lino Novás Calvo.

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Falaz.

Falaz.

«Mi vida toda es como la veo ahora, se dijo Marina una vez más al sentir las caricias de Marco Antonio.
Se acostaron sobre el charco de pétalos desparramados por el polvo como si se acostaran sobre su propia sangre, se revolcaron hasta el amanecer entre las llamas crujientes de la trinitaria como entre serpentinas fulminantes del año nuevo chino, ella le enroscó al cuello las lenguas de papel de seda púrpura de los capullos para divertirlo, para demostrarle cómo era que se hacía el amor en el mundo antes de que él lo convirtiera en un paraíso de nieve de yeso, en un mar que se podía pulir de orilla a orilla en estepas de lapizlázuli.
Esa misma noche la casa de Marco Antonio ardió misteriosamente y no fue hasta varios días después que los encontraron, enterrados debajo de los escombros del patio, amortajados por las trinitarias y sepultados debajo del polvo, crucificados de espinas, florecidos de edemas purpúreos por todo el cuerpo».

-Marina y el león

Rosario Ferré.