
«Era dos minutos después de las diez; no estaba satisfecha con su ropa, su cara, su apartamento. Calentó café de nuevo y se sentó en la silla junto a la ventana. No puedo hacer nada más ahora, pensó, no tiene sentido tratar de mejorar algo a último minuto. Reconciliada, estable, trató de pensar en Jamie y no pudo ver su rostro claramente, u oír su voz. Siempre es así con alguien a quien amas, pensó, y dejó que su mente se deslice después de hoy y mañana, hacía el futuro lejano, cuando Jamie estuviera establecido con su escritura y ella hubiera dejado su trabajo, el hermoso futuro con casa en el campo que habían estado preparando la última semana. «Yo solía ser una excelente cocinera», le había dicho a Jamie, “con un poco de tiempo y práctica puedo recordar cómo hacer pastel de ángel. Y pollo frito”, dijo, sabiendo cómo las palabras se quedarían en la mente de Jamie, un poco tiernamente. “Y salsa holandesa”».
El amante demoníaco.
Shirley Jackson.