• MINIFICCIÓN •
La gata que se sentó en la alfombra del perro.
Mariángeles Abelli Bonardi
Se acuesta; aún está caliente. Tiene su olor y el del último hueso que royó. Con la punta de la cola, acerca el ovillo y juguetea… Para una oreja: nada. Mira de reojo: nadie. Nada ni nadie: él se ha encargado…
Maúlla de satisfacción, casi como pensando en voz alta: «La alfombra, tu alfombra, es mía.»