La revuelta.

La revuelta.

«Apareció el toro, pero no con espíritu agresivo; ramoneaba tranquilamente a lo largo del camino, moviéndose con la mayor naturalidad. Por lo visto Joquito no quería luchar; sólo pedía libertad para correr a su gusto y para comer lo que le pareciera.
Pero los perros estaban de caza, y en viendo al toro comenzaron a ladrar de nuevo. Con graves ojos, Joquito se volvió a ellos, y en señal de que los menospreciaba, tornó a ramonear. Los perros se envalentonaron, y uno de ellos llevó su atrevimiento hasta morderle una pata. Joquito giró violentamente y en rápida embestida atacó a sus perseguidores. El animal había perdido otra vez la cabeza».

-El funeral

Juan Bosch.

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Singularidades.

Singularidades.

«Es posible que por los caminos reales del Cibao no pase otro animal como aquél. Andaba, y nadie veía sus pezuñas menudas en tierra: las llevaba siempre ocultas en el oro del polvo. Su cola ondulaba como río, sin salir de cauce, y era elegante aun llevándola amarrada en trenzas con una cinta azul. Su pescuezo brillante estaba siempre arqueado. Su piel… Lucero: ¡cómo brillaba tu piel al sol!
Tenía en la frente, como clavada en su pelo negruzco, una mancha blanca. Poco más abajo, y a los lados, los ojos le reventaban llenos de luz».

-Lucero

Juan Bosch.