Apariencia Pétrea

Apariencia Pétrea

«Soy Harpo, una gárgola geoestacionaria. Mi misión consiste en emitir mensajes cifrados interplanetarios con el fin de disuadir de cualquier intento de colonización de la Tierra. Mis electromagnetodiodos difunden periódicamente cadenas de pasquines estelares advirtiendo a las musarañas extraterrestres y otros celéntereos galácticos de la inexorable degeneración del hábitat del Planeta y de la salud mental del la especie de parásito que actualmente lo tiene domeñado».

Dendritas insurrectas, Raúl García.

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Blasfemia Perpetrada.

Blasfemia Perpetrada.

«Tal opinión se debía a lo que la gente pensaba de Reynard, ya desde su infancia, y que a su retorno se había reavivado. Justa o injustamente, su aspecto siempre le había granjeado el rechazo: era oscuro, de cabellos y barba de un negro azulado casi sobrenatural; sus ojos almendrados y brillantes le conferían un aire siniestro, perverso. Los supersticiosos atribuían sus ademanes melancólicos y taciturnos a prácticas nigrománticas. Incluso se lo acusaba de haber hecho un pacto con Satanás. Si bien eran vagas conjeturas, los rumores, aunque carentes de pruebas, terminan convirtiéndose en hechos. Quienes sospechaban de los diabólicos tratos de Reynard decían que aquellas dos gárgolas eran la prueba evidente. A menos que lo inspirara el Maligno, nadie podría ser capaz de plasmar semejante obra, que reflejase en la piedra el mal con tal perfección y detalle».

El escultor de gárgolas, Clark Ashton Smith.

Gully-Guts.

Gully-Guts.

• SERIALES •

The Sandman

Caín (Sanjeev Bhaskar):

—Está muy lindo, ¿cierto?

Abel (Asim Chaundhry):

—Creo que lo llamaré… Irving.

Caín (Sanjeev Bhaskar):

—Una gárgola no puede llamarse ‘Irving’, imbécil.

Abel (Asim Chaundhry):

—’Irving’ me gusta.

Caín (Sanjeev Bhaskar):

—Los nombre de gárgolas siempre empiezan con G. ‘Gormogón, Gladstone, Ganímedes…’

Abel (Asim Chaundhry):

—De acuerdo. Girving.

A un dólar el metro.

A un dólar el metro.

«—La ciudad ha estado siempre aquí dijo el cirujano—. No exactamente estas mismas vigas de hormigón y estos mismo ladrillos, sino que antes hubo otros distintos. Usted acepta que el tiempo no tiene principio ni fin. La ciudad es tan antigua como el tiempo y continua con él.
—Alguien colocó los primeros ladrillos —insistió M—. Se conoce como la Fundación.
—Un mito. Sólo los científicos creen eso, y ni siquiera ellos le hacén demasiado caso. La mayoría admite en privado que la Primera Piedra no es más que una superstición. Defendemos esa historia por conveniencia, y porque nos da un sentido de tradición. Es evidente que no pudo haber un primer ladrillo. Si lo hubiera, ¿cómo se puede explicar quién lo puso y, lo que es más dificil, de dónde vino quien lo puso?
—Tiene que haber espacio libre en alguna parte —le dijo M con obstinación—. La ciudad debe tener límites».

Ciudad de concentración,
James Graham Ballard.