A Nyx le hubiera encantado portar la corona de la Reina, pero como las medidas y el rango no le daban, decidió contarse otra historia. Así que en vez de avanzar, reculaba.
«Fue el primogénito de la familia, el primer nieto. Un niño consentido al que todos en casa le decían El Nene. Querido y mimado por todos los parientes hasta que cumplió los 15 años, su abuela falleció y dejó de sentirse vivo, dejó de emocionarse por las cosas. Empezó a distanciarse. A ser un adolescente rebelde. A querer irse lejos, vivir en otro lado. Por fortuna consiguió estudiar fuera y gozar de las libertades que estar solo representa, y a partir de ahí, como suele suceder en las familias, empezaron los conflictos con la dinastía paterna, las tías chismosas. El dinero no siempre caía completo en sus manos».
«Yo sé hacer el amor a mi novia, pero a mi princesa no se le podía hacer nada por que ella ya lo tenía todo y sólo había que arrebatárselo con la boca casi como la suya me robaba a fuerza de erecciones que el juego me provocaba. Luego, satisfechos, nos recostábamos uno al lado del otro sin decir o tocar más».
«La vida es injusta, en verdad. Injusta, irónica. ¿Sabías que el hombre que me hizo marica no era marica él mismo? No. Era mi padre. El vaquero. ¿Y sabes qué? Me gustó».