
«Eres igual que ella —me dijo de pronto—. Y vas a acabar como ella. —¿Enferma? —Pregunté, depositando la urna en el suelo, entre los dos. —No, eso no. Dios no lo quiera. Sola —me dijo».
La urna.
Mar Charneco.
¹ Nahuatl: ¡Ella, es mi madre!
«Eres igual que ella —me dijo de pronto—. Y vas a acabar como ella. —¿Enferma? —Pregunté, depositando la urna en el suelo, entre los dos. —No, eso no. Dios no lo quiera. Sola —me dijo».
La urna.
Mar Charneco.
¹ Nahuatl: ¡Ella, es mi madre!