Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.

Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.

«Y un poco más tarde vi a un ángel durmiendo a la sombra de un árbol cubierto de flores. Me pareció que me miraba también; pero no estoy seguro, porque su rostro estaba escondido por una rama. Ahora, sin embargo, ella se despertó y comenzó a jugar con algunos otros. Alcé mi voz y grité, pero no me escuchó.
¡Supongo que me sentí poderoso como para derramar lágrimas!
Y entonces, de repente, se desvaneció y desapareció, y yo quedé solo en medio de la noche. Me sentí como en un laberinto, dolorido. Entonces oí a la Voz que decía: Si, aun siendo traviesos, le das obsequios a tus hijos, cuánto más su Padre, que está en todas las cosas buenas»

El valle de los niños perdidos, William Hope.

Anuncio publicitario
No te bebas de un sorbo la Alegría.

No te bebas de un sorbo la Alegría.

«Fue precisamente en aquel clima subterráneo, y encarando con un enorme caballo de madera que parecía presidir el feudo contrario, dónde se produjo la ruptura formal de hospitalidades mediante una nueva versión de la plegaria que recitaron mirando hacia todos los rincones, dado el carácter difuso del destinatario: «Y ahora, Señor, nosotros, los gemelos Orejas de Burro y Hocico de Perro os rogamos por el ángel, el cara de infeliz del retrato, que voló a vuestro reino hace hoy no sabemos cuánto tiempo, porque nos olvidamos de hacer la raya en la pared, y para que cualquier día de éstos caiga de tu cielo y se rompa las alas, amén»».

El ángel planeador, Armonía Somers.