Un bicho arrinconado.

Un bicho arrinconado.

«Era tal la naturaleza de su labio superior, leporino, que el beso de este con sus fosas nasales le hacía creer que ambos cumplían un papel igual de importante en su existencia. Después su madre insistió en pagar una operación para él y, sin poder objetar le fue arrebatado ese pequeño vínculo encarnado entre el respirar y el contacto con su boca se sintió ofuscado por mucho tiempo, pero solo contaba con diez años de edad. A partir de eso debió reconfigurar su visión del mundo y otorgarle a sus labios una personalidad autónoma que nuevamente tuviera cabida en lo cotidiano».

La precaria verdad de un hombre y su labio.

Isabel Hion.

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