Mátame suavemente.

Mátame suavemente.

«Las orquídeas del contrafuerte habían floreado y de algunas escurría un aroma excesivo, dulce, por un momento semejante al de la vainilla, pero detrás había otra gama casi ponzoñosa, levemente corrupta. Se distinguía el contorno de la ribera opuesta, por algunos manchones que la luna poniente dejaba flotar. Y arriba el puente hacía brillar sus luces mortecinas, y escuchó el silbato del sereno y el eco abovedado de sus pasos.
El miedo, fue un empujón violento del miedo el que lo hizo correr, subir la escalera a tropezones. Se detuvo jadeando en las tinieblas, sin oír mas que los puñetazos de su propio corazón. Al reanudar el paso creyó oír (¿oyó?) un llanto leve (¿o risita mal contenida?) que se mezclaba con la línea melódica constante y poco inventiva de las aguas.
Tardó mucho en dormirse. Cuando lo hizo, regresó el diablo a visitarlo, pero le dio más placer que miedo».

-Las visitaciones del diablo.

Emilio Carballido.

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