La existencia está hecha de compromisos y de olvidos.¹

La existencia está hecha de compromisos y de olvidos.¹

«Me he convertido en una especie de reloj: en cualquier momento puedo decir si llevamos dos, tres o cuatro minutos de retraso, y nunca tengo que levantar la vista para saber en qué estación paramos».

Galloping Foxley.

Roald Dahl.

¹Clarice Lispector.

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Todo momento es el último porque es único.¹

Todo momento es el último porque es único.¹

«Tirado bocarriba descubrí que, además de la gran cantidad de letras hormiga que ahora ocupaban todo mi cuerpo, había una que otra fotografía. Así estuve durante varias horas hasta que escuché que abrían la puerta. Me costó trabajo hilar la idea, pero al fin pensé que había llegado mi salvación. Entró mi esposa, me levantó del suelo, me cargó bajo el brazo, se acomodó en mi sillón favorito, me hojeó despreocupadamente y se puso a leer».

Tiempo libre.

Guillermo Sampeiro.

¹Clarice Lispector.

La imagen del tiempo transcurrido se refleja en mi memoria.¹

La imagen del tiempo transcurrido se refleja en mi memoria.¹

«Evitando las insignificancias de la vida cotidiana, hacía que su tiempo no aceptara ninguna dimensión futura y mucho menos una justificación en función del pasado. Además, había logrado cancelar lo tortuoso de la memoria, lo cual la circunscribía, de manera inexorable, a manejarse sólo en función del tiempo real, el único que aceptaba como actual. Así, su realidad era diaria, siempre distinta y permanentemente nueva».

Valentina, sin tiempo.

Carlos Martínez Ulloa.

¹Clarice Lispector.

Minientrada

Locuaz.

• MINIFICCIÓN •

Los dos relojes.

Lewis Carroll

¿Qué es mejor: un reloj que sólo da la hora exacta una vez al mes o un reloj que la da bien dos veces al día? «El último», diríasñ usted, «incuestionablemente». Muy bien, pero ahora vea. Yo tengo dos relojes, uno no sirve, y el otro se atrasa un minuto al día. ¿Cuál prefiere? «El que pierde un minuto», contesta usted, «indudablemente». Ahora, ponga atención: el que pierde un minuto al día, tiene que perder 12 horas, o 720 minutos antes de dar la hora exacta de nuevo, consecuentemente sólo da bien la hora una vez en dos años, en cambio el que no sirve da bien la hora dos veces al día, cuando dan las ocho. Así, que ya se ha contradicho usted a sí mismo, y dos veces.