
«El Espantapájaros había contemplado muchas noches la lección de las estrellas, había observado la labor diaria del hombre en los sembrados, había escuchado atentamente el canto de todos los pájaros de su comarca, había sufrido la cólera de los vientos, la inclemencia de la lluvia y el ardor del sol; todo esto fue dándole comprensión y sabiduría, lo cual resultaba en beneficio de las avecillas, pues a todas le permitía llevar algunos granos para su sustento y abastecer los nidos donde piaban sus polluelos».
El espantapájaros,
Fernando Lujan.