
«Me senté entonces a llorar sueños y miedos para reunir los pocos trozos que me quedaban de mí. Después corrí directo a un pequeño supermercado. El de seguridad no me sacó. Busqué un espejo y vi que no me reflejaba. Eso significaba poco, en los últimos días me costaba mucho trabajo reconocerme».
Indocumentado.
Edgar Omar Avilés.