
«Dobló sus sábanas y enjuagó los trastes sin escuchar las noticias, sacudió los muebles, barrió y trapeó. En la casa los únicos ruidos que se escuchaban eran los suyos. Demasiado espacio para una mujer sola, pero no tenía a dónde ir y las minucias de los bienes raíces la ponían nerviosa. Desde joven se había rehusado a tomar decisiones importantes relacionadas con dinero. Todos esos aspectos incómodos los solucionaba su marido, pero ahora llevaba un año viuda y el silencio había comenzado a inquietarla».
El peso del aire.
Alfredo Núñez Lanz.