
«Cleopatra se había refugiado en la cornisa que daba al patio. El mozo se armó de una escoba y subió a la azotea dispuesto a capturar a la gata. Cuando se acercaba en silencio hacia ella Cleopatra dio algunos pasos más en la cornisa. José pretendió seguirla. Las viejas piedras se desmoronaron y el hombre fue a estrellarse contra el piso de cemento.
—Señora —gritó Susana—, se cayó, se está desangrando.
La madre y Angelito se asomaron al patio y un instante después volvieron a entrar en la casa. Bajo la impresión de contemplar por vez primera la muerte Angelito gritaba aún más. Su madre se angustiaba al pensar que la herida podía infectarse. Mientras José agonizaba sólo atendido por Susana. Cleopatra se ponía a salvo y en sus ojos brillaban el triunfo y la satisfacción de ver impresas en el polvo las cuatro huellas de sus patas».
Los tres pies del gato.
José Emilio Pacheco.
¹ Pierre Corneille.