Lo que nunca se ha tenido no se debería echar de menos.

Lo que nunca se ha tenido no se debería echar de menos.

«Mi madre no nació del barro, nació del cristal, delicada, frágil. Eso dijo mi padre aquel lejano día. Pero yo, creo que no, creo que mi madre no se perdonó jamás porque ella era tan de barro o más que cualquiera de nosotros. Ella era del barro más poroso, más humano que existe».

Su propia penitencia,
Rocío Díaz.