Dilucidar.

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• MINIFICCIÓN •

Las Hadas.

Adriana Q. de Valadés

Las hadas, son hijas del rocío y de la aurora. Cuando pequeñas, semejan libélulas. Se alimentan de polen y pétalos de rosa; habitan en los bosques, jamás en las ciudades. Puede hallárseles bajo la sombra de los árboles, demasiada luz les puede afectar. Si usted encuentra una, guarde absoluto silencio, no se mueva, contenga la respiración y dispóngase a observar. Si ha pasado usted inadvertido, verá como despliega con todo cuidado sus pequeñas alas, translúcidas, con los colores del arco-iris reflejados en ellas. Fije usted su atención y observará que sus cabellos son hilos finísimos de oro; que su cuerpo es perfecto, armonioso y sus piececitos ágiles. Entonces va a percibir que el ambiente empieza a oler dulzón, embriagador: ha caído usted en la tentación. Ahora la tomará con el índice y el pulgar, se la llevará a la boca y se preparará a deleitarse con uno de los más exquisitos manjares que pueda haber…

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Amanita Muscaria.

Amanita Muscaria.

• PLUMA INVITADA •

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La amanita muscaria es la seta más popular, venenosa, aunque utilizada desde la antigüedad por sus efectos alucinógenos.

Una seta de cuento, pero peligrosa.

La amanita muscaria es un hongo conocidísimo que aparece constantemente en infinidad de libros de duendes, gnomos, elfos… y también en las portadas de gran número de guías micológicas. De sombrero rojo-escarlata, moteado con puntos blancos, y de pie blanco, tiene infinidad de nombres: falsa oronja, oropéndola loca, en euskera kuleto falsoa, en catalán reig bord, oriol foll, reig de fageda… Pero vulgarmente se la conoce como ‘matamoscas’. Y es que este hongo atrae a estos insectos y los fulmina con una notable facilidad.

Sus componentes tóxicos (ácido iboténico, muscimol…) actúan sobre el sistema nervioso, pero su acción es variable. Suelen causar vómitos, agitación psicomotriz, síntomas que recuerdan a la borrachera y a veces depresión neurológica.

La amanita muscaria era utilizada hace ya miles de años por numesosas culturas por sus efectos alucinógenos, pero también ‘vigorizantes’, por llamarlos de alguna manera. En Siberia, por ejemplo, se la conoce como muchumor o mukhomor, y remontándose a 6.000 años de antigüedad, su nombre era panx, que deriva de la misma raíz indoeuropea que la palabra para designar ‘embriaguez’, uno de los efectos que puede desencadenar el consumo de esta seta, que en grandes cantidades puede llevar a una persona al coma.

La consumían principalmente los chamanes. Pero repasando la historia de esta seta podemos llegar a los bersekers, una ‘casta’ de guerreros vikingos. Eran temidos ya que entraban en una especie de trance que les hacía ser insensibles al dolor y lanzarse a la lucha hasta sin escudos y con una terrible furia. Algunos estudios apuntan a que estos efectos se debían a la bufotenina, también presente en la amanita muscaria. Los koryaks, pueblo indígena de Kamchatka, en el extremo oriente de Rusia, también los consumían secándolas al sol o en forma de extracto con agua, leche de reno o plantas. Se dice que los sacerdotes hindúes, tomaban un líquido conocido como soma, que no era otra cosa que la orina de un esclavo al que le habían obligado a comerse amanitas muscaria. ¿Para qué? Pues porque todas las sustancias nocivas de la seta se quedaban en los riñones, el hígado, etc., del esclavo y los sacerdotes podían experimentar los efectos alucinógenos de la seta sin asumir riesgos físicos.

La amanita muscaria tiene un llamativo rojo-escarlata sobre la que quedan unas características manchas blancas. Sin embargo, con fuertes lluvias, este color intenso puede descolorarse para presentar una tonalidad anaranjada, e incluso amarillenta, llegando a perder sus motas blancas, de ahí que también se le llame falsa oronja.

Las amanitas muscarias son habituales en los cuentos de hadas.

Esta seta crece en bosques en los que se encuentran determinados árboles: abedules, hayas, el pino negro y los abetos. Eclosiona principalmente en las épocas lluviosas que coinciden con el final de verano, prefiriendo un clima ligeramente más frío que el resto de las setas.

José Luis Ondovilla.