
«Creyó ver pasar junto a él un tigre. No se asustó, ahora era un valiente, un héroe. Notaba la garganta seca y los ojos ardientes. No era consciente de que sus miembros empezaban a temblar; tampoco del peligro que corría haciéndole cara al felino. La fiera se abalanzó sobre él. Pelearon a mordiscos, con las garras, con las uñas».
Noche accidentada.
Ángel Magat.