Atavío dorado.

Atavío dorado.

«De vuelta a la corte, los grandes artífices echaron sobre los hombros de la reina el manto de armiño y púrpura; luego se dieron a trabajar el oro, día y noche, puliéndolo, repuliéndolo, cincelándolo, para después embutir en el oro bien trabajado muchas piedras fúlgidas y acabar la corona y el cetro; por último, engarzaron perlas y corales, y un río de corales y perlas corrió por la garganta de Psiquis».

-Cuento áureo 

Manuel Díaz Rodríguez 

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