MINIFICCIÓN
INNATA
ANA VIDAL
A Mariela no la llamaron nunca por su nombre. Desde que no nació todos se empeñaron en olvidarla sin recuerdos y, por más que grite, tire jarrones en la sala, abra puertas o sople a los ojos de su madre, nadie la mira ni la escucha. Últimamente le ha dado por probarse el vestido de comunión de su hermana y cada mañana lo encuentran fuera del armario. Quizás un día alguien hable de lo que nunca ocurrió y pueda empezar a morir.