• DESCANSAMOS LOS MARTES •
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Pasamos gran parte de nuestro tiempo preocupados por el futuro. Pensando cómo, quiénes, por qué y de qué modo llegaremos hasta ahí.
Nostradamus lo sentenció de manera clara y precisa:
«El hombre no alcanza nunca sobre la tierra el descanso absoluto, el fin de todas las luchas, la paz en todas las preocupaciones».
Y de todas, seguramente es esta su más acertada predicción; no sólo por el hecho de que fuera un gran profeta, más bien pareciera que esto vino del ‘ser y hacer’ cotidiano del hombre.
Hace unos días que circula en redes la noticia sobre un asteroide que impactará la tierra, dejando a este tercer planeta, completamente desolado. Lo cierto es que de ser así, no tendríamos oportunidad alguna de sobrevivir, ¡ni las cucarachas vaya! Me preocupa igual que no sabríamos por fin quíen mató a Colosio, o si Juan Gabriel en verdad está vivo, peor aún, ya no recibiría diariamente esa llamada a las 8:00 puntual, pidiéndome cambiar la red telefónica con que me comunico.
Y es que al final, todo se reduce a eso: la comunicación. Qué y cómo lo decimos, determina en mucho el teje y maneje de la información.
Se lee: «Peligroso asteroide impactará la tierra el próximo 3 de octubre».
—”¡Coño Micky!” Una noticia así hiperventila a cualquiera. Sin embargo, deberíamos estar acostumbrados. No es la primera vez que el fin del mundo es vaticinado por sabe quién. Pero ¿cómo hacemos para creernos estos cuentos?
¿Qué nivel intelectual ronda a quien toma por cierta una noticia así, sin fundamento, sólo porque se viralizó en las redes sociales? Aunque al final es comprensible, el FT3 (si, así se llama. Porque imagino que no tenías ni idea) tiene las mismas posibilidades de impactar la tierra que tú o yo de ganarnos la lotería: 1 entre 11 millones. Y no es que sea pesimista, en verdad me gustaría que ese asteroide nos impactara, bueno sí, también que tú o yo ganaramos la lotería, pero ambas cosas son en verdad improbables. Ese tal FT3 no tiene posibilidades ni de rozar siquiera la corteza terrestre, 0,0000092% de probabilidad, dicen los que sí estudiaron. Las mismas probabilidades de que yo deje de ponerle filtros a mis fotos.
Al final, ni los Mayas, ni Nostradamus, ni Baba Vanga lo tuvieron claro, y no va a ser un cuerpo rocoso orbitando a mas de 420,000 km de la tierra, quien venga a decirnos cuando dejar de bailar pega’o. Y si lo va a hacer pues —«… ¡que lo haga ya, ya se tardó. O sea, no se avisa, se hace! ¿Me entendiste?»
Así que por ahora ‘ya mejor siéntese señora’, y deje de preocuparse del futuro, porque al presente, le hacemos mucha falta.
Como siempre dice mi madre: «Preocuparse por el futuro, es una perdida de tiempo».
Marco Mendoza.

Agostino Arrivabene
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